*Los tres astronautas chinos y la cápsula tras su aterrizaje en una pradera de Mongolia Interior- |
A
las diez de la mañana de este viernes (cuatro de la madrugada, hora
española), en una pradera de Mongolia Interior aterrizó, ayudado por un
paracaídas, la cápsula espacial Shenzhou 9,
que traía de regreso a la Tierra a los tres astronautas que han formado
parte de la última misión tripulada de China. Dirigida por el
comandante Jing Haipeng, un veterano que ya participó en una expedición
anterior, dicha misión ha incluido también a Liu Wang, de 43 años, y a la primera mujer astronauta de China, Liu Yang. A sus 33 años, esta piloto de las Fuerzas Aéreas chinas se ha convertido en una auténtica heroína nacional.
“La
misión ha sido un completo éxito”, se congratuló en anunciar el jefe
del programa espacial chino, el general Chang Wanchuan, tras comprobar
que los tres astronautas se encontraban bien de salud una vez que fueron
sacados del módulo.
En
su expedición más compleja hasta la fecha, el autoritario régimen de
Pekín ha mantenido a los cosmonautas durante trece días en el espacio,
donde consiguieron acoplar su nave al laboratorio espacial que gravita
en torno a la Tierra desde el pasado 29 de septiembre. En noviembre, una
nave no tripulada ya se acopló a dicho laboratorio, denominado Tiangong
1 (Palacio Celestial 1), pero ésta es la primera vez que lo ha hecho
transportando a los “taikonautas”, como se denomina a los astronautas en
mandarín.
En
órbita alrededor de la Tierra, a 343 kilómetros de altura, allí han
efectuado diversas pruebas y experimentos. “El laboratorio Tiangong 1,
nuestro hogar en el espacio, ha sido muy cómodo y agradable. Estamos muy
orgullosos de nuestro país”, declaró la astronauta china, Liu Yang, a
la televisión estatal CCTV.
Con
el éxito de este acoplamiento, China continúa avanzando en su ambicioso
programa espacial, donde asegura haber invertido unos 20.000 millones
de yuanes (2.497 millones de euros) entre 1992 y 2005. A dicha cifra hay
que sumar otros 19.000 millones de yuanes (2.372 millones de euros)
cuando concluya la próxima misión de las naves Shenzhou, según reconoció
recientemente una portavoz del hermético programa espacial chino.
Desde
que, en 2003, el coloso oriental se convirtiera en el tercer país capaz
de lanzar un hombre al espacio, tras Estados Unidos y Rusia, su
presupuesto espacial ha crecido al ritmo que lo hace su imparable
economía. En 2005, el régimen de Pekín llevó a cabo su segunda misión
tripulada y, tres años más tarde, Zhai Zigang se convirtió en el primer
chino en dar un paseo por las estrellas al salir de la nave y desplegar
una pequeña bandera nacional en el espacio mientras su compañero, Liu
Boming, se asomaba brevemente por la escotilla.
Viaje a la Luna
Con
10,4 metros de largo, 3,3 de ancho y un peso de 8,5 toneladas, el
laboratorio espacial Tiangong 1 es el prototipo de una estación de
varios módulos y mucho mayor que Pekín quiere lanzar en 2020. A pesar de
que alcanzará las 60 toneladas, será más pequeña que la Estación
Espacial Internacional gestionada por 16 países, donde Washington vetó
la participación del régimen chino.
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