-Usando el ADN y otras pruebas forenses, una organización estadounidense ha demostrado la inocencia de 297 presos. Algunos ya habían sido ejecutados- |
-FILEALIEN-46-Año 3-Rosario-Santa Fe-Argentina-Agosto/24/2012-Hs:9.40 Pm-El 23 de diciembre de 1991, un fuego arrasó la casa que los Willingham tenían en Corsicana (Texas, Estados Unidos). Las tres hijas del matrimonio murieron en el incendio. El padre, Cameron Todd Willingham, que dormía cuando se iniciaron las llamas, se salvó milagrosamente. La madre estaba fuera, había ido a comprar los regalos de Navidad. El caso estremeció a los Estados Unidos. La policía enseguida sospechó del padre de las niñas. Aunque él siempre mantuvo su inocencia, un informe forense estableció que el fuego había sido provocado. La declaración de un preso que compartía celda con él incriminándole terminó por sentenciarle. Willingham fue condenado a la pena de muerte. Pero la ciencia acabó revelando que era inocente.
-Kerry Max Cook pasó 20 años en el corredor de la muerte antes de ser exonerado.- |
“Casi
todo se hizo mal. Los investigadores de la oficina del Jefe de Bomberos
y el Departamento de Bomberos, Vásquez y Fogg, no sabían nada de
dinámica del fuego y creían que era posible concluir que las llamas que
quemaron el piso tuvieron que ser causadas por un líquido inflamable. En
Estados Unidos, especialmente hace 20 años, los investigadores de
incendios no estaban obligados a tener conocimientos sobre dinámica del
fuego”, cuenta John Lentini, de Scientific Fire Analysis. Lentini, experto en ciencia forense y química de restos del fuego y explosivos creó un comité de expertos a petición de Innocence Project.
Desde esta organización estadounidense estaban convencidos de la
inocencia de Willingham. El comité estableció en 2006 que el incendio
fue fortuito. Por desgracia, Cameron Todd Willingham había sido
ejecutado en la cárcel de Huntsville mediante inyección letal dos años
antes. El caso tuvo que esperar a 2011 para que una comisión oficial
reconociera que habían matado a un inocente.
Lentini ha presentado esta mañana el caso Willingham en la reunión anual que celebra en Filadelfia (Estados Unidos) la Asociación Americana de la Química.
Junto a él han participado otros expertos en un simposio sobre
Innocence Project, una organización que se apoya en la moderna ciencia
forense para demostrar la inocencia de centenares de condenados. Creada
en 1992 por Peter Neufeld y Barry Scheck, conocido por haber participado
en la defensa del jugador de fútbol americano O. J. Simpson por el
supuesto asesinato de su mujer, Innocence Project ha sacado de las
cárceles estadounidenses a 297 personas desde entonces. 17 de ellas
esperaban en el corredor de la muerte su final.
3.944 años en la cárcel injustamente
“En
conjunto, han pasado 3.944 años en la cárcel”, calculan desde Innocence
Project. “49 estados cuentan con alguna norma que permite a los
reclusos acceder a una prueba de ADN, pero en la mayoría de nuestros
casos, el ADN no se usó cuando fueron condenados”, añaden. Sobre los
test genéticos, esta organización ha ido creando una red de expertos con
la que los condenados injustamente tienen una segunda oportunidad para
que se revise su caso. Pero ellos no se dedican a buscar resquicios en
el sistema legal para una nueva apelación, Innocence Project se apoya
sólo en la ciencia.
Uno
de esos expertos es Frederic Whitehurst, un agente especial del
laboratorio del FBI, 100 veces llevado al cine y a las series de
televisión. Sus denuncias sobre su forma de actuar obligaron a la
agencia estadounidense a hacer hasta 40 reformas y cambios en la forma
de trabajar del laboratorio pero a Whitehurst le costaron el puesto. Ha
participado en la conferencia sobre Innocence Project ya como ex agente.
“Los
principales problemas en el laboratorio del FBI que yo denuncié eran
que personal sin credenciales científicas estaba alterando los informes
de los científicos sin su conocimiento o autorización para reforzar el
caso de los investigadores policiales”, recuerda Whitehurst. Otras de
sus denuncias se referían a la ruptura de la cadena de la prueba, que
algunos testificaban en juicios como expertos en un área que no era la
suya o, incluso, que el laboratorio no contaba con protocolos
científicos validados, “en algunos casos ni siquiera los tenían por
escrito”, añade.
Pero
hay otro problema de fondo, no relacionado con la ciencia. “Las
agencias de seguridad deberían emplear a científicos, no a individuos
que se limitan a realizar informes al gusto de los jefes. Si nuestros
laboratorios de criminalística fueran animados a buscar la verdad por
encima de otros intereses veríamos grandes avances en nuestra guerra
contra el crimen”, declara el ex agente especial Whitehurst.
En
ese camino está Innocence Project. Su trabajo independiente muestra
que la justicia dista de ser justa. Por ejemplo, el 75% de los
excarcelados gracias a sus pruebas de ADN habían sido reconocidos por
testigos en ruedas de reconocimiento. Además, otro 25% de los exonerados
por el trabajo de esta organización se habían inculpado en los
interrogatorios. A diferencia del recuerdo subjetivo, cuando no
influenciado, de los testigos o las oscuras prácticas interrogatorias,
el ADN y otras pruebas científicas no mienten. Como dicen en Innocence
Project, la ciencia es el mejor medio “para cambiar el actual sistema de
justicia y evitar nuevas injusticias en el futuro”.
En libertad gracias al ADN
En
la reunión de la Asociación Americana de la Química también se han
mostrado tres casos en primera persona. Tres personas que la policía
detuvo y la Justicia condenó. Tres personas que pasaron varios años de
su vida en la cárcel, uno de ellos esperando la pena de muerte, por unos
delitos que no cometieron.
Ray
Krone fue acusado de asesinato y pasó 10 años en la cárcel, dos de
ellos en el corredor de la muerte esperando su ejecución. La sangre en
la escena del crimen coincidía con el tipo de la suya. Pero lo que
condenó a Krone fueron unas marcas en el pecho de la mujer asesinada. La
policía tomó una impresión de sus dientes y un experto dictaminó que
eran coincidentes. El juez acabó condenándole en 1992. 10 años después,
una prueba de ADN le sacó de la cárcel.
El
caso de Raymond Santana llegó a ser recreado en una película. Fue uno
de los cinco chavales condenados en Nueva York por asaltar y violar a
una chica mientras hacía jogging en Central Park en 1989. Tras 12 años
en prisión, Santana y los demás fueron exonerados cuando apareció otro
hombre asegurando que él era el responsable. Una prueba de ADN reveló
que era cierto.
El
último en contar su caso esta mañana ha sido Steven Barnes, condenado a
25 años, de los que llegó a cumplir casi 20, por un crimen que no
cometió. Varias pruebas y testmimonios de supuestos expertos le
condenaron. Innocence Project consiguió sacarle tras mostrar la
invalidez de las pruebas.
-Fuente:Camino Otoñal-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-
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Correo de contacto: albertocostacurta46@hotmail.com-Twittear
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