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-FILEALIEN-46-Año 4-Rosario-Santa Fe-
-Argentina-3/Setiembre/2014-
Olga Dobrovídova, RIA Novosti
El
12 de abril de 2011 se cumplieron 50 años desde el viaje al espacio
realizado por Yuri Gagarin. Junio de 2013 presenta en este sentido doble
interés: el 16 de junio de 1963 viajó al espacio la primera cosmonauta
soviética, Valentina Tereshkova, y el mismo día, sólo que 20 años más
tarde, lo hizo la primera mujer estadounidense, Sally Kristen Ride.
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No es casual que hayan coincidido estos dos acontecimientos
históricos. Lástima que las primeras astronautas ya no puedan
estrecharse las manos para celebrar la fecha. Sally Ride murió en julio
del año pasado, antes de cumplir los 62 años. Fue una pena para el
pueblo de Estados Unidos, que se despidió de su heroína con una estrofa,
'Ride Sally, Ride', que llegó a asociarse con la astronauta.
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Valentina Tereshkova de hecho fue una pieza del enorme mecanismo de
la propaganda soviética, para la cual la primera mujer que enviada al
espacio fue una manera de dejar atrás al rival ideológico de la URSS.
Aquella tesis que proclamaba la igualdad de los hombres y las mujeres en
el país ofreció una demostración práctica y lo demás no importaba.
Sally Ride también ha acabado convertida en un símbolo, en su caso
del feminismo estadounidense que nunca les ha hecho caso ni a Valentina
Tereshkova ni a su compatriota Svetlana Savítskaya, la primera mujer en
salir al espacio abierto. En EEUU para las mujeres el camino hacia la
órbita empezaba desde abajo: en 1961, previo pago, las participantes en
el famoso proyecto 'Mercurio 13' pasaron las pruebas ideadas para los
hombres. De esta forma demostraron a la NASA y al Senado que eran dignas
de matricularse en el programa de formación, dado que los obstáculos
eran meramente formales.
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La larga lucha de las mujeres por sus derechos derribó estas barreras
y en el momento de presentarse Sally Ride como candidata a miembro de
la tripulación de astronautas, no se le pudo negar el acceso. Según
contaba Sally, después de su viaje al espacio algunas mujeres entradas
en años le dieron las gracias por haberlo hecho y confesaron que ya ni
se lo esperaban. Pero en general el ambiente en el transcurrió la misión
encomendada a Sally era muy diferente: a nadie se le habría ocurrido
bromear diciendo que el lanzamiento se retrasaba porque la camarada
Tereshkova no acertaba a combinar el bolso y los zapatos.
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A los hombres que dirigían los programas espaciales, las mujeres
astronautas parecían una especie de extraterrestres. Los estudios del
espacio contaban con unas experiencias bastante pobres y la falta de
datos sobre los aspectos fisiológicos de la ingravidez parecía más
marcada al tratarse de mujeres. Algunos problemas cotidianos, bien por
ignorancia bien por precaución, se exageraban sobremanera. Contaba Sally
Ride que “por si acaso” se le habían ofrecido 100 tampones para un
viaje de una semana de duración. Ella tuvo que explicar que incluso la
mitad de esta cantidad sería más que suficiente.
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Las razones que hacían suponer hace cincuenta años que las mujeres lo
pasarían peor en el espacio eran muy variadas. Hubo quienes defendían
que sólo un hombre era capaz de dirigir una nave y aguantar la falta de
gravedad, otros se empeñaban en proteger a las féminas de los riesgos y
contrariedades de la peligrosa profesión. Todos estos motivos tienen
algo en común: son inventados. Una mujer abstracta en comparación con un
hombre abstracto lo puede hacer todo igual, de modo que no se necesitan
tomar medidas de seguridad más estrictas. Y la práctica lo ha
demostrado de una manera convincente. Lástima que no haya sido un mérito
de nuestro país.
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A menudo se insinúa que Valentina Tereshkova no era muy eficiente
cumpliendo las tareas formuladas, que a la vuelta rompió las reglas de
la cuarentena y que no había soportado muy bien el vuelo, complicando de
esta manera el panorama para futuras astronautas. Pero se dice que la
historia no conoce el modo condicional y no sabremos qué habría pasado
si en vez de Tereshkova hubiera estado otra mujer. Y el viaje que
realizó no era ninguna nimiedad.
Todo ocurrió como tenía que ocurrir. Muchas futuras astronautas,
Sally Ride incluida, tenían alrededor de diez años en 1963. No sabían
nada de las reglas de la cuarentena, pero conocieron la cara femenina de
la cosmonáutica. A partir de aquel momento no sólo se soñó con ser como
Gagarin, sino también con convertirse en una Valentina Tereshkova.Hs:11:07 P.m-Fuente:RiaNovosti-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-
http://filealien-46.blogspot.com
Correo de contacto: arnold462009@hotmail.com-
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