miércoles, 27 de febrero de 2013

-LA MONTAÑA DE LOS NUEVE MUERTOS-MISTERIO INSONDABLE-




-FILEALIEN-46-Año 3-Rosario-Santa Fe-
-Argentina-Febrero/27/2013-
-El 25 de enero de 1959, diez experimentados esquiadores de la antigua Unión Soviética, se reunieron al norte de los Montes Urales para participar en una expedición que prometía ser divertida, esquiando monte a través por una ruta conocida, que supondría un ejercicio de entrenamiento para una futura expedición a las regiones árticas, más difíciles y peligrosas, o eso creían ellos. Solo uno sobrevivió. Los nueve restantes murieron de manera tan extraña y espantosa que todavía sigue siendo un misterio, pese a tener el material fotográfico del equipo y tratarse de la búsqueda mejor documentada de la historia rusa.
El líder de la excursión era Igor Dyatlov, el equipo lo formaban dos mujeres y ocho hombres: un instructor de esquí, tres ingenieros y siete estudiantes  del Instituto Politécnico de los Urales, ubicado en la ciudad entonces conocida como Sverdlovsk (antes y ahora, Ekaterinburgo) ,su destino era la cercana Sierra Otorten, al norte de los Urales.

Igor, Yuri Yudin y Lyudmila
Además de Igor Dyatlov (23 años), iban Yuri Yudin (en la fotografía con gorro de rayas), Yuri Doroshenko (21), Zinaida Kolmogorova (22), Lyudmila Dubinina (21), Alexander Kolevatov (25), estudiantes; Alexander Zolotariov (37), guía; Rustem Slobodin (23), Georgyi Krivonischenko (24) y Nicolás Thibeaux-Brignollel (24), ingenieros.
Establecieron el primer campamento en el asentamiento de cabañas de madera de Vizhai. Allí es donde Yuri Yudin, el único superviviente, cayó repentinamente enfermo y tuvo que abandonar la expedición. Una antigua lesión en la espalda le impedía seguir adelante. En aquel momento sintió envidia por sus compañeros, el resto de su vida la angustia de no saber qué les había ocurrido. ¿O sí sabia algo y por eso no los acompañó?.

Lyudmila, Georgyi, Nicolas y Rustem.
Dos días después partía la expedición. Su primer destino era la montaña Gora Otorten (N 61° 51′ 39” E 59° 21′ 54”), de allí viajarían durante 100 kilómetros al sur a lo largo de la cresta principal de los montes Urales, hasta el pico Ojkachahl. Después seguirían al norte por el curso del río Toshemka, al este de la ciudad de Vizhai. Actualmente ésta sería una ruta de dificultad “promedio”, para ellos era mucho más extrema, pero no hay que olvidar que en ese tiempo la URSS valoraba a los deportistas de élite, lo que llegaba a exigirles más de la cuenta. Llegaron a Gora Otorten  y allí establecieron el  primer y último campamento base, algo ocurrió esa misma noche que acabó con la vida de los nueve esquiadores que sigue siendo un misterio, muy documentado, pero un misterio.

Yuri, Lyudmila, Alexander y Zinaida.
Su ruta, según los mapas de Igor Dyatlov, seguía el valle del río Auspii, cruzaba una zona boscosa hasta la base de la montaña Kholat-Syakhl (que en el dialecto mansi, tribu que habitaba el norte de los Urales, significa “la montaña de los muertos”), a 10 kilómetros de Gora Otorten. Allí es dónde colocan el campamento. Durante el camino siguieron una ruta de un cazador de ciervos mansi, que había marcado el camino el día anterior. Estas fotos fueron las últimas que sacaron una vez instalado el campamento, se les ve muy alegres y tranquilos.

Lyudmila, Rustem, Nicolás y Zinaida.
Según los cálculos realizados y las previsiones del equipo, llegaron al lugar el 1 de febrero. Todos murieron durante la noche.
La fecha prevista de regreso era el 11 de febrero. Una vez hubieran llegado al campamento de Vizhai, tenían previsto envíar telegramas a sus parientes anunciando el éxito de la misión. Al transcurrir más de una semana y no tener noticias de los jóvenes, las familias piden al Instituto Politécnico que comience su búsqueda. El rastreo empezó el 21 de febrero, pero no tardan en darse cuenta de la complejidad del rescate y se pide ayuda militar y civil.

Un compañero del Instituto Politécnico de los desaparecidos, Mikhail Sharavin, encabeza el grupo de rastreo. Al equipo de búsqueda se unen dos aviones y un helicóptero. El 25 de febrero, un avión militar que sobrevuela la zona encuentra los restos del campamento.

El equipo de rastreo se dirige al lugar. Al llegar, encuentran el campamento abandonado en la ladera oriental de la montaña, conocida como la zona 1079, Kholat-Syakhl o Montaña de los Muertos, según con quien hables, militares, senderistas o tribus de la zona. La ladera occidental de la montaña es famosa por los aludes que allí se producen con facilidad, pero esa noche no hubo ninguno.
Descubren una tienda de campaña cubierta de nieve y destrozada. Dentro no hay rastro de los chicos, pero sí todas sus pertenencias, ropa y zapatos incluidos. Rodeando a la tienda hay numerosas huellas de pisadas, de al menos ocho personas, unas descalzas, otras con un solo zapato, sin un rumbo claro, más bien caótico.

Del grupo de pisadas surge una hilera en dirección noreste, descendiendo hacia el bosque, que al menos siguieron dos personas. El equipo sigue el rastro.

Sharavin explora la zona y cerca de los árboles encuentra lo que parece ser los restos de una hoguera o un fuego improvisado, a apenas 500 metros de la tienda.

Y allí mismo, junto a un árbol, encuentran los dos primeros cadáveres, se trataba de Krivonischenko y Doroshenko, los dos descalzos y en ropa interior, pese al frío que hizo esa noche. Los dos estaban cubiertos por ramas caídas del árbol llenas de nieve. El fuego había quemado las ramas del árbol hasta casi los cinco metros.

Cuando el forense investigó el tronco, vio que estaba cubierto de trozos de piel y carne humanas. Los cadáveres tenían las manos destrozadas, por lo que se supone que intentaron trepar desesperados, cediendo las ramas a su peso. No había rastro de ningún animal, pero algo tuvo que aterrorizarlos hasta tal punto de hacerles salir corriendo de la tienda sin vestirse e intentar subir a un árbol desollándose las manos.
Cerca del lugar, a unos 270 metros y en dirección a la tienda de campaña, encontraron el tercer cadáver, el del líder del grupo,Igor Dyatlov . Su encuentro no es menos sorprendente, estaba tumbado boca arriba, con la cabeza en dirección a la tienda, en una mano sujetaba una ramita, y con el otro brazo se cubría la cara, protegiéndose.
180 metros más adelante en dirección a la tienda, encuentran el cadaver de Rustem medio cubierto por la nieve, de cara al suelo y con una fractura de 17 centímetros en la cabeza.
Cerca hay restos de sangre, los siguen y encuentran a Zinaida, la que más se acercó a la tienda después de haber huido. La sangre no se pudo comprobar que fuera suya, pero no parecía serlo.

Las sorpresas no acababan aquí. Al examinar la tienda, comprobaron que estaba hecha jirones, pero los cortes no se produjeron desde el exterior, sino desde el interior de la misma, por lo que fueron los propios chicos los que en un intento desesperado de huir, rasgaron la tienda.

Entre los restos de la tienda junto a la ropa encontraron sus diarios y varios royos de película sin revelar, de los que salieron parte de las fotografías mostradas. Lástima que no hubiese filmación en vídeo, porque la historia recuerda a películas tipo bruja de Blair.

El resto del equipo no apareció hasta que se produjo el deshielo. El cuatro de mayo aparecen los restos de los desaparecidos en un barranco de unos cuatro metros de profundidad, bastante cerca del árbol donde encontraron los dos primeros cadáveres. A diferencia del resto de sus compañeros, que aparecieron en ropa interior, éstos estaban vestidos, pero con prendas al azar. Todos los cuerpos sufrían graves daños. Lyudmila tenía fracturas simétricas en las costillas con hundimiento de la caja torácica a la altura del corazón. Zolotarev tenía rotas las costillas del lado derecho.  Thibeaux  tiene el cráneo aplastado y de Alexander Kolevatov no se dice mucho, salvo que estaba allí.
Pero esto no es todo, al examinar el cadaver de Lyudmila, la cabeza  estaba echada hacia atrás (con la fractura en el torax le costaría mucho respirar), la boca muy abierta y sin lengua ni la carne que recubre la cavidad bucal. Respecto a la ropa, el pie de Dubinina fue envuelto en una pieza hecha jirones del pantalones de lana Krivonishenko y Zolotaryov llevaba el sombrero de piel sintética Dubinina y su abrigo.
Durante los funerales, fueron varios los familiares que afirmaron que la piel de los fallecidos era de un extraño color naranja, y su cabello se había vuelto gris. Además, se encontraron mediciones altas de radioactividad es varias prendas analizadas, que aunque en posesión de otros, pertenecían a Lyudmila.

¿Y a qué conclusión llega el equipo forense?
Según el estudio de los cadáveres todos murieron de hipotermia, algo lógico al encontrarse a 20 º bajo cero. Las fracturas de Lyudmila, Zolotarev y Thibeaux eran mortales, pero no se descarta la hipotermia como causa final o acelerante.
Nadie sabe qué ocurrió aquella noche , pero paradójicamente, el caso está documentado al detalle. De las fotografías tomadas por el propio equipo y sus diarios, se pueden reconstruir todos sus pasos. Se les ve felices y sin ningún problema que les afecte al llegar al lugar donde acamparían. Comieron de 18.00 a 19.00, como demuestra el contenido de los estómagos, y la comida sin digerir indica que el incidente y la sucesiva muerte de los nueve se produjo entre los intervalos que van desde las 21:30/23:30 del 1 de febrero y las 01:30/02:45 de la madrugada del 2 de febrero.
Fue en el primer intervalo de tiempo cuando se produjo lo que los investigadores llaman “evento desconocido”, algo que les produce tanto miedo que les impulsa a romper la tienda para huir colina abajo casi sin ropa, señal de que el peligro que les acechaba en la tienda era más temible que morir de frío.
Se dispersan en tres direcciones distintas en tres grupos, pero se las apañan para reunirse cerca del árbol donde encienden el fuego. Un fuego puede atraer a aquello que les asusta, que sigue en la tienda porque no regresan a ella, pero se están muriendo literalmente de frío.
Llegados a este punto se barajan tres hipótesis de por qué Krivonischenko y Doroshenko se suben al árbol, la hipótesis de buscar protegerse de algo pierde fuerza, o bien intentaban conseguir más leña para la hoguera o alcanzar un punto de visión de la tienda, ladera arriba, para ver si podían volver. Al estar congelados, tal vez ni notasen que se destrozaban las manos. Ellos dos son los primeros en morir de frío, probablemente sus compañeros les cubren con las ramas, y el grupo vuelve a separarse. Dyatlov, Rustem y Zinaida deciden acercarse a la tienda, pero van cayendo sucesivamente. Los tres mueren de hipotermia, aunque Dyatlov parece protegerse de algo o alguien y Rustem presenta una herida en la cabeza.
Los cuatro restantes se esconden, en este momento pueden sufrir las lesiones que el forense compara con un accidente de tráfico. Lesiones extrañas, ya que dañan el interior pero no producen ninguna lesión ni hematoma externo, aunque no es de extrañar debido a la congelación de los cuerpos. Cayeron por el barranco o se refugiaron en él. Una caída podría provocar los daños, aunque la altura es mínima, pero ellos ya estaban en malas condiciones. El primero en morir es Thibeaux, le sigue Lyudvina, que ha hecho girones los pantalones de Krivonischenko, ya muerto (lo que justifica que apareciera en ropa interior) para cubrirse los pies. Cuando ella muere, Zolotarev se pone su gorro y su abrigo, aunque no le sirve de mucho porque es el siguiente en fallecer. Kolevatov es el último en morir de hipotermia. Probablemente fue él el que cubrió a su compañero con el abrigo de la fallecida.

Monumento a los fallecidos en el cementerio de Sverdlovsk.
¿Qué pudo aterrorizar a un grupo de nueve personas, acostumbrados a acampar en parajes extremos, y con una gran fuerza física?. No eran colegiales de campamento con miedo a la oscuridad.
El hecho de que no llevaran ropa también es extraño, porque aun refugiados en la tienda de campaña, con una temperatura tan baja ningún experto se quitaría la ropa. Su comportamiento parece un ataque de histeria colectiva, pero al analizar sus pasos, se aprecia que eran completamente conscientes de lo que estaba ocurriendo, son capaces de reunirse después de la huida, se mantienen juntos o en grupos y hasta son capaces de encender una hoguera en la nieve.
Otro dato curioso es que un ayudante del forense aseguró que fueron 11 los cadáveres encontrados, pero los otros dos desaparecieron inmediatamente.

No tardaron en circular diversas hipótesis, desde las más descabelladas a las que parecen más razonables. El caso tuvo mucha publicidad por tratarse de nueve jóvenes, pero se cerró con otra incógnita más: los nueve esquiadores murieron por “causa mayor” o “fuerza sin identificar”, según el ejército ruso, que cerró el paso de la montaña durante tres años. El mismo que ahora lleva el nombre del jefe de la expedición, paso de Dyatlov, donde una placa recuerda a los nueve fallecidos.
Las preguntas son muchas, las respuestas más, pero ninguna da una explicación satisfactoria. Pero las respuestas… en el siguiente post. Les dejo dando vueltas a las incógnitas.
-Hs:21:25Pm-Fuente:Tejiendo El Mundo-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-  http://filealien-46.blogspot.com Correo de contacto: albertocostacurta46@hotmail.com-

lunes, 25 de febrero de 2013

-NEWTON Vs HOOKE-




-FILEALIEN-46-Año 3-Rosario-Santa Fe-
-Argentina-Febrero/25/2013-
-Philosophiae naturalis principia mathematica es probablemente la obra más importante que jamás se ha publicado en la historia de la ciencia. Publicado por Isaac Newton el 5 de julio de 1687 revolucionó la concepción que se tenía de los fenómenos naturales, brindando las herramientas necesarias para analizar el universo desde un punto de vista mecánico.
Tal vez no es tan conocido el dato de que la existencia de este libro es debida, no sólo al genio de Newton, sino que también a la persistencia de Halley, que incluso sufragó los costos de su publicación, y a la influencia de varios "Gigantes" anteriores que le marcaron a Newton el camino a seguir

La manzana y la luna

El hecho de que Newton fuese el primero en concebir una ley de gravitación que explicase el movimiento de los planetas alrededor del Sol, o de los satélites alrededor de otros planetas es muy discutido. Uno de los principales conceptos que usó Newton es el de la existencia de unas "fuerzas a distancia" que mantenían a los cuerpos ligados y moviéndose describiendo órbitas alrededor de otros cuerpos, una ley que estaba relacionada con la inversa de la distancia que separaba a los cuerpos al cuadrado:-
Cuenta la historia que estando Newton descansando bajo un manzano le cayó una manzana, y eso desencadenó que su mente empezase a plantearse cuál sería la causa de que la manzana se sintiese atraída hacia la Tierra, y pensó que tal vez esta "influencia" no estaba limitada a distancias cercanas a la Tierra, sino que era capaz de llegar mucho más allá, manteniendo incluso a la Luna ligada a nuestro planeta.-

La aportación de Hooke en la ley de la gravitación

Hooke era en aquellos momentos el máximo responsable de la Royal Society, la institución a la que pertenecían los científicos más importantes de la época. En 1674 (trece años antes de la publicación del libro de Newton) Hooke había dado con la clave para explicar el movimiento de la Luna: introdujo la idea de una "acción a distancia" que se transmitiría a través del espacio vacío para ejercer una tracción.
En 1679 escribió a Newton para pedirle su opinión sobre estas teorías (que ya había publicado). Es decir, fue Hooke quien proporcionó a Newton la idea de una acción a distancia que apareció inmediatamente, sin comentarios, en todos los trabajos de Newton sobre la Ley de la gravedad.
También le sugirió la idea de una órbita en línea recta de la Luna que se curvaba como efecto de la gravedad, y que la atracción siempre es dos veces proporcional a la inversa de la distancia. Newton no respondió a esta carta, pero es evidente que fue el detonante que le estimuló a demostrar que una ley de gravedad con cuadrados inversos exige que los planetas se muevan recorriendo órbitas elípticas o circulares.

La disputa entre Hooke y Newton

Este no fue el único tema de disputa entre ambos. Anteriormente ya habían tenido algún intercambio de pareceres debido a una ponencia realizada por Newton sobre efectos ópticos (los conocidos ahora como "anillos de Newton") basada en un experimento descrito por Hooke en su libro Micrographia. Newton omitió en esa ocasión también citar a Hooke o a su obra, lo que lo ofendió profundamente. Esto dió lugar a un intercambio de correos, en los que Newton le escribió:
Lo que Descartes hizo fue un paso importante. Usted ha añadido mucho de distintas maneras, especialmente al tomar en consideración filosófica los colores de unas láminas muy finas. Si yo he sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos Gigantes.
Estas palabras se han interpretado como una gran muestra de la humildad de Newton, que no sólo reconocía la aportación de Hooke y Descartes (desarrolló una teoría fundamental de la luz donde la interpretaba como un pulso transmitido en el espacio), sino que los llamaba "Gigantes". Aunque no parece muy acorde con el resto del comportamiento de Newton, que negó el reconocimiento merecido a Hooke en varias ocasiones.
Sin embargo, una de las explicaciones aceptadas recientemente por ser más acorde con el carácter de Newton, y dada por John Faulkner del Lick Observatory de California, dice que Newton nombró a Descartes en esta carta para poner en su sitio a Hooke, y que al escribir Gigantes en mayúsculas realmente estaba haciendo referencia a las condiciones físicas de Hooke, que tenía la espalda deformada.
Aquí no acabaron las hostilidades de Newton hacia Hooke, sino que, una vez muerto éste hizo que desapareciese cualquier referencia existente en la Royal Society, de modo, que hoy en día, no queda ninguna imagen suya.
¿Te imaginabas que Newton fuese así?...
 -Hs:11:25Am-Fuente:OjoCientifico-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-  http://filealien-46.blogspot.com Correo de contacto: albertocostacurta46@hotmail.com-

sábado, 23 de febrero de 2013

-LAS TENAZAS DE STALINGRADO-


-FILEALIEN-46-Año 3-Rosario-Santa Fe-

 -Argentina-Febrero/23/2013-
-Hay momentos de la historia que, por su trascendencia y simbolismo, casi no dejan a la razón ni a la conciencia libertad para interpretar. Uno de ellos fue la batalla de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial.
Alexander Chubarián, director del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Rusia y creador de un manual histórico ruso-alemán, explica que las versiones de las partes sobre el gran choque a orillas del Volga difieren mucho. Pero peor sería si sus enfoques hubieran coincidido por completo.
Para Alemania la derrota en la ciudad rusa supuso una tragedia nacional. Si el luto de tres días decretado por Hitler tras anunciar el fin de la batalla se hubiera mantenido para convertirse en un homenaje anual a los caídos, hubiese sido el antídoto por excelencia contra el nazismo. Y no sólo en Alemania.
Lo cierto es que los alemanes y los rusos nunca serán lo suficientemente objetivos para valorar con frialdad este episodio histórico. El académico Chubarián parece apuntar que la diferencia principal de las perspectivas de los autores rusos y alemanes que aparecen en el manual nace de la antigua discusión de si la batalla de Stalingrado supuso o no un cambio decisivo en el curso de la guerra. Analicemos entonces si Stalingrado marcó un punto de inflexión no sólo en la Segunda Guerra Mundial, sino en la historia de Europa y de toda la humanidad.
Según los testimonios del mariscal de campo Friedrich Von Paulus, general en jefe del 6º Ejército, que sucumbió en Stalingrado, las primeras órdenes para planear la ofensiva del verano de 1942 habían llegado al 6º Ejército ya en abril de aquel año. Poco antes Hitler, durante un discurso en Poltava (Ucrania), expuso ante sus generales su estrategia de la campaña: "Mi idea principal es ocupar la zona del Cáucaso tras asestar un golpe decisivo a las tropas rusas. Si no conseguimos el petróleo de Maikop y Grozni (Chechenia), tendré que poner fin a esta guerra".
De esta manera las operaciones en el Volga y en el Sur de Rusia en general, según la idea del líder nazi, decidirían el desenlace de la guerra. Al mismo tiempo Hitler estaba absolutamente convencido de la supremacía del ejército alemán sobre el soviético. “Los rusos agotaron sus fuerzas en las batallas de invierno y primavera. En estas circunstancias es necesario y posible poner fin a la guerra en el este antes de que termine el año”, decía Hitler.
Para comprender el significado de la epopeya de Stalingrado hace falta imaginar qué papel tuvo en el contexto de la estrategia del Tercer Reich y por qué la derrota en el Volga anuló los planes de Hitler a largo plazo.
El 3 enero de 1942, en una conversación con el embajador de Japón en Berlín, el general Oshima, Hitler declaró: “No pienso lanzar más ofensivas en el Frente Central. Mi objetivo será el avance en el sur. En cuanto mejore el tiempo emprenderé un ataque en el Cáucaso. Esta es la dirección más importante. Tenemos que acceder al petróleo, tener salida a Irán e Irak”.
Estos ambiciosos planes ya estaban perfectamente formulados en abril: derrotar al enemigo al oeste del Don para luego hacerse con los campos petrolíferos del Cáucaso y atravesar la cordillera caucásica.
Los generales de la Wehrmacht elaboraron los respectivos planes, que preveían desarrollar la ofensiva en dirección a Sujumi para unirse a las tropas turcas. Para aquel momento 26 divisiones del Ejército turco estaban listas para entrar en combate en la frontera con la URSS. De haberse realizado estos planes, Turquía se habría unido al Eje.
¿Qué batalla de la Segunda Guerra Mundial podría reducir a cenizas estas ambiciones de los nazis? ¿La de Kursk? ¿La de Moscú? ¿La defensa de Leningrado o Sebastopol? Ninguna de ellas, a pesar de su importancia para la victoria final de la URSS, era suficiente para frustrar los planes de Hitler. Sólo Stalingrado era capaz de aplacar su obsesión por la dominación mundial.
Resulta sorprendente que los fallos estratégicos que Moscú y Berlín cometieron a la hora de planificar la campaña de verano de 1942 fueran casi idénticos. En un intento de persuadir a Japón de atacar la URSS, Hitler aseguraba al ya mencionado embajador nipón que el Ejército Rojo sería derrotado durante el próximo verano, a más tardar. “No hay salvación posible para ellos... Los bolcheviques serán arrastrados tan lejos que nunca volverán a pisar las zonas civilizadas de Europa”, decía el líder nazi, para el que la debilidad del Ejército Rojo era una evidencia.
También Stalin subestimaba al enemigo y por ello no tenía una idea exacta de la situación en el Frente Sur. Además, a causa de la desinformación, estaba esperando una ofensiva contra Moscú en lugar de en el sur, según afirmó el mariscal Gueorgui Zhúkov.
El historiador ruso Gueorgui Kumaniov ha investigado nuevos documentos de archivo y pone de manifiesto que la “minosvaloración por parte de Stalin de las fuerzas de la Wehrmacht y el excesivo optimismo sobre el potencial del Ejército Rojo” constituyeron un factor clave en el desarrollo de la batalla de Stalingrado. La causa de que el Gran Cuartel General de las Fuerzas Armadas de la URSS manejara información desvirtuada en cuanto a la situación real en los frentes fueron los informes inexactos sobre las bajas proporcionados por la Dirección General de Inteligencia.
“Según estos informes, entre el 22 de junio de 1941 y el 1 de marzo de 1942, las bajas de las  tropas alemanas habrían sumado 6,5 millones, de las que 5,8 millones correspondieron al Ejército de Tierra; pero en realidad las bajas del Ejército de Tierra durante este período fueron poco mayores de un millón de efectivos”, asegura el experto.
Esta subestimación del enemigo costó muy caro al Ejército soviético durante los primeros meses de la batalla a orillas del Volga.
Un corresponsal alemán informaba mientras se acercaba con las tropas a Stalingrado: “Los rusos, que antes defendían con tenacidad cada kilómetro, se retiraban sin un disparo. Tan sólo los puentes destruidos y los bombardeos aéreos frenaban nuestro avance. Cuando la retaguardia rusa no lograba evitar el combate elegían posiciones que les permitieran aguantar hasta la llegada de la noche... Nos resultaba muy inusual avanzar por la ancha estepa sin ver rastro del enemigo”.
El mariscal Vasili Chuikov escribió sobre los primeros días de la defensa de Stalingrado: “Las unidades sufrieron muchas bajas y se retiraron. Esto no significa que las tropas se hubieran desplazado de manera organizada siguiendo una orden. Es una muestra de que los soldados que lograron sobrevivir en aquel caos y consiguieron escapar de los tanques alemanes llegaban heridos hasta la siguiente línea de defensa, donde les entregaban municiones y les enviaban otra vez al combate”.
Al mismo tiempo ninguna de las partes veía el frente que había en la estepa cerca de Stalingrado como el escenario de la confrontación decisiva de un número colosal de hombres y máquinas de guerra.
En la reunión del 12 de septiembre de 1942, celebrada en la ciudad ucraniana de Vínnitsa, Hitler advirtió a Friedrich Von Paulus y a otros generales: “La resistencia en Stalingrado debe ser calificada como local. Los rusos ya no son capaces de realizar operaciones estratégicas de gran envergadura que puedan representar para nosotros algún peligro... Hay que intentar tomar la ciudad cuanto antes para no permitir que se convierta en un problema por mucho tiempo”.
A pesar de estas advertencias, Stalingrado cada vez se parecía más un 'agujero negro' que se tragaba las mejores divisiones de la Wehrmacht. Mientras, Stalin persistía en su convicción de que el líder nazi lanzaría el grueso de sus tropas contra Moscú. Y, aunque no descartaba la posibilidad de una eventual ofensiva alemana en el sur, restaba efectivos de los frentes de las provincias sureñas del país.
Como consecuencia, según calculan los historiadores occidentales, los nazis superaban notablemente a los soviéticos en efectivos y artillería (tres veces más), en tanques (seis veces), en aviones (más del doble).
Sólo durante la reunión del 13 de septiembre los generales Gueorgui Zhukov y Alexander Vasilevski pudieron convencer a Stalin de que urgía diseñar una contraofensiva. Los estrategas soviéticos sostenían que Stalingrado debería ser defendida con una batalla de desgaste, utilizando las tropas necesarias para mantener viva la defensa. No debían desperdiciarse soldados en contraataques menores, a no ser que fueran absolutamente necesarios para impedir al enemigo que tomara todo el margen occidental del Volga. Entonces, mientras los alemanes se centraban enteramente en capturar la ciudad, se reunirían secretamente nuevos ejércitos detrás de las líneas para preparar un gran cerco.
El líder soviético dudaba. Pero aquella noche, por fin, dio su respaldo a este plan. Instruyó a los dos hombres para que obraran dentro del más estricto secreto. “Nadie, fuera de nosotros tres, debe saber de esto por ahora”. La ofensiva se llamaría 'Operación Urano'.
Estos planes se ejecutaron durante la campaña de otoño e invierno de 1942: del 19 de noviembre al 2 de febrero duró esta batalla en Stalingrado. A las 14.46 horas del día 2 de febrero, un avión alemán de reconocimiento sobrevoló a gran altura la ciudad transmitiendo el siguiente mensaje: “En Stalingrado no hay señales de combate”.
Nunca, en ninguna batalla la Wehmacht había sufrido tantas bajas: un millón y medio de soldados y oficiales, que representaban la cuarta parte de las tropas de Alemania en el Frente Oriental. El número de los prisioneros de guerra superó, según los datos soviéticos, las 154.000 personas (113.000, según fuentes alemanas).
Al ascender a Paulus al grado de Mariscal de Campo, Hitler dijo a general Alfred Jodl: “Ningún mariscal se había rendido en la historia militar”. Aquel mismo día, 31 de enero, el comandante del 6º Ejército fue capturado con vida.
Aquel tremendo choque en el Volga fue especial en muchos aspectos. Según el testimonio de los generales alemanes, nunca un triunfo militar del enemigo había sumido en tal terror al pueblo alemán. “Nunca en la historia de Alemania tantos hombres perdieron la vida de una manera tan horrorosa”, decía el general Siegfried Westfall.
El general Von Butler se daba cuenta de la imposibilidad de continuar la guerra tras la derrota en Stalingrado: “Alemania no sólo perdió una batalla y un ejército experimentado en los combates. Perdió la gloria de la que se había cubierto al principio de la guerra, una aureola que ya empezó a palidecer en la batalla de Moscú en invierno de 1941. Esta circunstancia no podía sino cambiar radicalmente el curso de la guerra...”
Un diplomático berlinés recordaba que la sociedad alemana estaba paralizada por una profunda crisis “cuyo símbolo era una sola palabra: Stalingrado”. Esta batalla disipó cualquier atisbo de esperanza que albergase Berlín en cuanto al ingreso de Japón y Turquía en la guerra contra la URSS y aceleró la ruptura de Italia con el Eje. Y, finalmente, la batalla de Stalingrado frustró todos los planes geopolíticos de Hitler y preparó el terreno para la apertura de un segundo frente en Europa.
El desembarco de las fuerzas aliadas en Normandía estaba desde un principio condicionado a que los alemanes no dispusieran de más de 27 divisiones para mandar al Frente Occidental. El golpe que los soviéticos asestaron a la Wehrmacht en Stalingrado hizo que este requisito se cumpliera.
Es curioso que dos personas tan diferentes como el cómico de origen judío Charles Chaplin y el general nazi  Hans Doerr pudieran sentir acertadamente que el significado histórico de Stalingrado rebosó los límites de la guerra. Doerr escribía: “En Poltava, en 1709 Rusia se ganó el derecho de llamarse una gran potencia europea. Stalingrado la convierte en una de las potencias mundiales más importantes”. Por su parte Charles Chaplin exclamaba con admiración: “Rusia, has ganado la admiración de todo el mundo. Rusos, el futuro es vuestro”.
Los que participaron en aquel choque también percibían la trascendencia de aquella batalla. Escribe el historiador Guergui Kumaniov: “Los veteranos dicen que en la guerra no hay ateos, los defensores de la ciudad del Volga entregaban su vida y su corazón a Dios”.
En las películas soviéticas de la guerra los soldados se lanzan al ataque al grito de “¡Por la Patria! ¡Por Stalin!”, pero muchas veces gritaban también: “¡Sálvame Dios!”. Y fue el comandante del 62º Ejército, que defendía Stalingrado, Vasili Chuikov, el “general de las trincheras” como le llamaban los soldados, el que encendió la primera vela en homenaje a la victoria en una de las iglesias que milagrosamente quedó en pie en la ciudad arrasada.
El filósofo ruso Iván Ilián dijo: “El patriotismo únicamente tendría cabida en un alma receptiva a lo sagrado y que en su propia experiencia haya apreciado su valor objetivo e incondicional, identificándolo en las reliquias de su pueblo”. Este es el auténtico significado histórico de la batalla de Stalingrado.
-Hs:21:43Pm-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-  http://filealien-46.blogspot.com Correo de contacto: albertocostacurta46@hotmail.com-