El cohete Naro-1, una lanzadera que portaba un satélite científico, despegó a las 17.01 hora local (08.01 GMT) desde la base espacial de la isla de Naro, a unos 485 kilómetros al sur de Seúl, en medio de una gran expectación.
Su viaje duró apenas 137 segundos, el tiempo que pasó hasta que el centro de control perdió repentinamente todas las comunicaciones con el cohete cuando se hallaba a 70 kilómetros de altura.
"Aparentemente el Naro ha estallado durante su ascenso", admitió el ministro surcoreano de Ciencia, An Byong-man, en una rueda de prensa.
Posteriormente, algunos canales locales de televisión emitieron imágenes que muestran lo que parece una cadena de explosiones y la caída de al menos una parte del cohete hacia tierra.
La agencia espacial surcoreana, KARI, ha formado un equipo de investigación para aclarar las causas de este fracaso, un nuevo jarro de agua fría para las aspiraciones de Corea del Sur de convertirse en una potencia espacial.
Si bien parte del cohete se había fabricado con la ayuda de Rusia, país en el que se apoyan los surcoreanos para desarrollar su programa espacial, la nave había sido ensamblada totalmente en Corea del Sur.
El satélite que viajaba en el cohete, el STSAT-2, de unos cien kilos, tenía el objetivo de enviar datos que contribuyeran al estudio del cambio climático.
Se trata del segundo revés consecutivo para Corea del Sur en su intento de lanzar un cohete propio para poner en órbita un satélite.
En agosto del año pasado, una misión similar, bautizada con el mismo nombre de Naro-1, fracasó porque, aunque las dos fases del cohete se separaron como se esperaba, el satélite alcanzó mayor altitud de la planeada y no pudo establecer una trayectoria orbital.
La agencia de investigación espacial surcoreana aseguró entonces que fue "un éxito a medias" alegando que el cohete, al menos, sí había funcionado.
Hogar de algunas de las empresas tecnológicas más potentes del mundo como el gigante Samsung, Corea del Sur confiaba en que la misión de hoy le convirtiera en el décimo país del mundo en poner en órbita un satélite con un cohete de fabricación propia.
Con ello pretendía acortar distancias con algunos de sus vecinos asiáticos, como Japón, China o la India, que ya cuentan con sus propios programas aeroespaciales.
En esta línea, el plan de KARI incluía comenzar a construir totalmente sus propios cohetes antes de 2018 y enviar una sonda surcoreana a la Luna para el año 2025, algo sobre lo que ahora planean serias dudas.
La agencia espacial surcoreana, creada en 1989, comenzó a dar sus primeros pasos en la fabricación de cohetes en la década de 1990, basándose en la tecnología balística que había adquirido de EEUU en medio de la tensión con el régimen comunista de Corea del Norte.
Para el proyecto del Naro-1 Corea del Sur ha invertido desde 2002 unos 400 millones de dólares (unos 330 millones de euros), la mitad de ellos destinados a Rusia a cambio de ayuda tecnológica.
Desde 1992 las autoridades surcoreanas han puesto en órbita once satélites, pero siempre desde bases extranjeras y con cohetes fabricados en otros países.
El programa espacial surcoreano se desarrolla entre las reticencias del régimen comunista de Corea del Norte, con el que Seúl mantiene una fuerte tensión que, en las últimas semanas, se ha disparado a raíz del hundimiento de una corbeta surcoreana en marzo.
El régimen de Pyongyang, que esta vez no ha comentado la última misión de Corea del Sur, lanzó en abril del año pasado un cohete de largo alcance que aparentemente portaba un satélite, lo que le valió sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU. EFE ce-mic/psh/ik
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