martes, 22 de septiembre de 2009

-EL MITO DE PANDORA-

-FILEALIEN-46-COLABORA:M.G.SIMONIN-

El mito de Pandora reúne de forma velada muchos otros mitos y leyendas en torno a sí. Muchas ideas y conceptos antiguos confluyen en esta leyenda de una forma amena y hermosa. Quizá sea por el juego que dan los caprichosos e inquietos dioses griegos. Es un mito complejo, donde nada está tan claro como pudiera parecer en un principio. Hasta aquello de “la esperanza es lo último que se pierde”, manida moraleja que se suele extraer de su lectura, también podría ponerse en duda. Pero, antes, mejor explicar el contenido de esta leyenda.

Esta leyenda comienza sin mujeres humanas (diosas sí, por supuesto). Por tanto existen los dioses y las diosas, los titanes y sus hijos (Prometeo es hijo del titán Jápeto) y los hombres, quienes son inmortales, no envejecen y gozan de los frutos que les da la tierra. En este punto nos encontramos en lo que podríamos denominar como “un jardín del Edén antes del pecado original”. Sin embargo, los hombres no están dotados de sabiduría, por tanto son incapaces de proveerse ni siquiera de comida por ellos mismos, estando a expensas de lo que la naturaleza (los dioses) tenga a bien concederles.

Prometeo, contraviniendo la decisión de Zeus de mantener a los hombres en esa ignorancia, le roba “el fuego” (que da luz en la oscuridad) y lo entrega a los hombres, con lo que estos “abren los ojos” y obtienen la sabiduría. Zeus, enterado de tal suceso, enfurece enormemente. Ahora los hombres tienen sabiduría y además son inmortales como los dioses. Eso no puede quedar así. Su osadía merece un castigo y la de Prometeo también. Así pues, Zeus planea una estratagema para matar dos pájaros de un tiro. Solicita a varios dioses que creen una mujer, Pandora, (como Eva, primera mujer humana) quienes la forman hermosa y atrayente. Sin embargo Zeus solicita a Hermes que inculque en ella la falsedad, la mentira y una insana curiosidad.

El siguiente paso es ofrecérsela a Epimeteo, hermano de Prometeo, quien acepta “el regalo” pese a las claras advertencias de su hermano al respecto. Así llega Pandora, la primera mujer, al mundo de los hombres. Pero no llega sola, viene acompañada de una jarra o ánfora (lo de la caja fue una “reinvención” en los tiempos del Renacimiento) en cuyo interior guarda todos los males del mundo. Envidia, odio, avaricia, pobreza… pero sobre todo unos males encaminados a acabar con esa condición semidivina de los hombres, es decir, el dolor, el cansancio, las enfermedades, el envejecimiento… y la muerte. Zeus no revela lo que guarda el interior de la jarra, pero advierte a Pandora que no la abra. Fiel a su naturaleza (curiosa y falsa) Pandora no puede evitar la tentación y la abre, esparciendo todos estos males por la tierra y privando a los hombres, entre otras muchas cosas, de la inmortalidad. Además ahora sienten dolor, enferman, sienten fatiga cuando trabajan (una clara alusión a aquello de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”).

Pero no acaba aquí la leyenda, falta todavía la guinda, pues Pandora tapó la jarra antes de que saliera todo lo que había en su interior, logrando conservar una sola cosa, la esperanza. De aquí se extrae aquello de que “siempre hay esperanza” o “la esperanza es lo último que se pierde”. Sin embargo, también hay un detalle que no se nos debe pasar, y es el hecho de que la esperanza estuviese en la jarra donde Zeus puso todos los males. Así pues, ¿no sería lógico pensar que los griegos considerasen la esperanza como un mal? Al menos quien compuso esta leyenda, Hesíodo, sí que la debía considerar como un mal, ya que así la ubicó.
(Hesiodo)

Mucho hay que comentar a esta leyenda. Sus evidentes semejanzas con diversos pasajes de Génesis, aún con la diferencia del monoteísmo y politeísmo (lo que allí hace un dios directamente con el hombre, en el mito de Pandora lo llevan a cabo diversos dioses de distinta naturaleza). Sus evidentes tintes machistas, clásicos de las sociedades patriarcales, de cargar los males del mundo a lomos del género femenino (también Génesis nos deja esta idea). Las semejanzas de Prometeo con la serpiente del Edén, tentando a los hombres para que desobedezcan a Dios y adquieran sabiduría. La idea compartida por los pueblos antiguos de una edad de Oro anterior, que fue quebrada por una desobediencia a lo divino (cargando las culpas generalmente a la mujer) O lo comentado en el párrafo anterior sobre considerar la esperanza como un mal.-

SIMILITUDES CON EL GÉNESIS BÍBLICO

Muchas son las similitudes entre el Génesis y el mito de Pandora. En lo esencial cuentan lo mismo. La caida del hombre. Pero es que además siguen prácticamente las mismas pautas.
GÉNESIS: Los humanos viven en el jardín del Edén, provistos de todo alimento, "desconociendo del bien y del mal"
TEOGONIA: Los humanos habitan una tierra que les provee de lo que necesitan, pero desconocen el motivo. Carecen de sabiduría y no son capaces de dominar la agricultura.

GÉNESIS: Yaveh ha dispuesto que este sea el estado ideal para la humanidad y prohibe expresamente probar el fruto del "árbol de la ciencia" (sabiduría) para evitar que el hombre sea como Dios, "y sus ojos sean abiertos, sabiendo del bien y el mal".
TEOGONÍA: Aquí es Zeus quien dispone el mismo estado de ignorancia para el hombre, valiéndose de los demás dioses para que así sea (el monoteísmo bíblico es sustituido por el politeismo griego)

GENESIS: La serpiente (el mal, el diablo) tienta a la humanidad, la mujer cae en su trampa y prueba el fruto prohibido, adquiriendo con ello la conciencia de la realidad (sabiduría) por lo que le recae el consiguiente castigo.
TEOGONÍA: Aquí, con el politeísmo, la leyenda toma otro cariz, asemejándose a los textos mesopotámicos con dioses favorables y desfavorables para la humanidad. Prometeo es quien tienta a la humanidad, ofreciéndoles el fuego (la sabiduría) que ellos aceptan encantados. En el texto griego Prometeo no es malicioso para la humanidad sino benefactor (como tantos dioses de tantas creencias politeistas como Enki, Quetzalcoatl, Kukulcan). En cualquier lugar, el resultado es el mismo. La humanidad será castigada por tal osadía.

GÉNESIS: La naturaleza del castigo es claro. Fin de la inmortalidad (y tus días serán de 120 años), aparición de las enfermedades y el dolor (y parirás con dolor) así como de la fatiga y el cansancio, sensaciones desconocidas hasta entonces (ganarás el pan con el sudor de tu frente)
TEOGONÍA: El castigo son todos los males que contiene la jarra, que acaban con la inmortalidad de los hombres, que ahora envejecerán y morirán, padecerán dolor y enfermedades y sabrán lo que es el cansancio (entre otros muchos males)

Aunque los que contravienen los castigos divinos no coinciden en ambos relatos (los hombres aceptan el fuego de Prometeo - la mujer acepta la proposición de la serpiente), sí sin embargo coinciden en hacer recaer la culpa en el género femenino en ambos casos.
GENESIS: La culpable es la mujer, que cae en los engaños de la serpiente y convence a Adán para que también lo haga. La fémina queda retratada como un ser débil de caracter a quien no hay que hacer caso, ya que por su culpa se perdió la gracia de Dios.
TEOGONIA: La culpable es la mujer, que como ser voluble, tendencioso e irreflexivo (así fue expresamente hecha por los dioses para Epimeteo) comete el grave error de esparcir todos los males por el mundo. Suya es la culpa de la existencia de esos males.

No es de extrañar esto último, cuando sabemos de lo que eran capaces las antiguas sociedades patriarcales, anulando la personalidad de la mujer hasta llegar a hacer de ella una mera propiedad del padre hasta que pasaba a serlo del marido.

PASEANDO POR EL INTERIOR DEL MITO-
Uno de los principales quebraderos de cabeza de esta leyenda es el papel que Hesiodo quiso darle a la esperanza. Difícil es aseverar si el autor clásico la consideró como un bien o como un mal. Y más difícil aún dilucidar qué significado pudo tener para él el hecho de dejarla encerrada en la jarra (caja) evitando que se esparciera por el mundo.
Si era un bien, ¿por qué no deja que salga al mundo y puedan experimentarla los hombres al final del relato? ¿Qué sentido tiene dejarla encerrada? Aunque difícilmente podía ser considerada como un bien para el autor cuando escribe que la jarra contenía TODOS los males del mundo. De considerar la esperanza un bien, ¿no es lógico que lo hubiera citado explícitamente? "Todos los males del mundo y un bien, la esperanza", por ejemplo. Esto evidenciaría que la hacía diferente a los otros males. Pero no es así. Lo escrito por Hesiodo habla de una jarra con todos los males, por lo que todo apunta a que así era considerada por el escritor.
Entendiendo pues que Hesiodo considerase la esperanza como un mal (esta es mi opinión, pero existe un debate abierto entre los expertos en este campo) se sigue sin encontrar un sentido claro y explícito al hecho de dejarla encerrada. ¿Acaso era considerada el peor de los males y Pandora pudo evitar que escapara? ¿Acaso los males considerados más livianos estaban arriba y la esperanza pesara más por su maldad y por ello quedara en el fondo de la jarra mientras salían el resto de males? Pero Hesiodo era consciente de que los hombres que le rodeaban sí experimentaban esa experanza, o sea, que la esperanza en algún momento había salido de la jarra. ¿Por qué sin embargo él le niega tal hecho y la deja encerrada? ¿Por qué no nos cuenta nada de que saliera?
Sacar de esta leyenda la conclusión de "la esperanza es lo último que se pierde" es totalmente inadecuado. Primero, porque la esperanza no era algo que alguien tuviera, sino un mal (o un bien) enviado por Zeus. Precisamente el hecho de mantenerla encerrada en la jarra era lo que impedía que los hombres tuviesen esa misma esperanza. ¿Cómo pues la iban a perder si no tenían ni opción de tenerla? Además, esta expresión es dicha en sentido positivo. En el mito, sin embargo, es al contrario. Es decir, ¡menos mal que Pandora llegó a tiempo y no dejó que la esperanza saliera!
Esta caida del hombre, y a la vez despertar, es una alusión reiterativa en muchos mitos antiguos, especialmente en los de origen o influencia mesopotámica. Este "buen salvaje" de Rousseau, que vive feliz y dichoso en su ignorancia, desconociendo la maldad, la muerte, el sufrimiento, los anhelos, no necesita hacer nada para subsistir ya que la naturaleza (el mundo mismo) le provee de todo lo necesario para subsistir. Digamos que no interactúa con la naturaleza sino que se limita a recolectar o cazar lo que ésta le ofrece. Por tanto, el apartado de la propiedad es aún un camino por recorrer. La revolución neolítica produce un cambio en la manera de enfrentar el mundo. Ahora la cosa cambia y ya no se recoge lo que ofrece la naturaleza sino lo que uno mismo se ha procurado para sí en una zona determinada. Es decir, en esa zona en concreto la naturaleza no hubiese ofrecido nada si no hubiera habido alguien que sembrara, regara y cuidara ese punto en concreto. Lógicamente, se considera dueño de los frutos. Algo que hasta ese momento era difícil de concebir. Esto le lleva a convertirse cada vez en más sedentario, con una organización cada vez más compleja, hasta formas sociedades en ciudades. Esto hace pensar al hombre que quizá no sea un animal como los demás, ya que tiene conciencia de sí mismo y es capaz de interactuar con el entorno. Inmediatamente después viene el pensamiento ¿tendrán también algunos animales esta concienzación? No es de extrañar pues que se divinizaran tantos animales en la antigüedad.
Como vemos, es fácil relacionar estos relatos con el cambio que se produjo para el género humano en el Neolítico. Lógico y perfectamente comprensible. Sin embargo, lo que para nosotros sería evolución (un paso para adelante) los antiguos lo consideraban involución (las cosas empeoraron tras eso). Para ellos, ese estado anterior del hombre era añorado. Para nuestra moderna visión, un escollo que superar.
Se suele decir que, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y ese justamente es el sentido que para los antiguos tenía. Un tiempo pasado, feliz y longevo. Y para añorar un tiempo, ¿cuál mejor que uno expresamente inventado para ello?

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