En los primeros días del sistema solar, cuando el sol era todavía joven, y los planetas se movían rapidamente en todas partes y chocaban unos con otros por todas partes, la Tierra evitó un cruel destino. Según los astrónomos, había una probabilidad muy alta de que el planeta se precipitara en la nueva estrella, y, de hecho, esto es lo que debería haber ocurrido. Como es evidente, esto no sucedió, y los expertos no tienen idea de por qué estamos todavía aquí. Ahora, un grupo de astrónomos ha podido descifrar el rompecabezas y determinar con precisión lo que mantuvo viva a la joven Tierra hasta que fue lo suficientemente "vieja" como para valerse por sí misma.
El modelo parece revelar que el planeta fue esencialmente apartado del Sol por las enormes diferencias de temperatura que existían en la región hace más de 4.500 millones de años. Estas variaciones han desempeñado un papel crucial en la supervivencia de nuestro planeta, ya que la fuerza gravitacional que ejerce el Sol sobre el planeta era tremenda.
Los modelos actuales de formación planetaria fallan debido a que el rozamiento de los protoplanetas con el gas y el polvo circundante les hace disminuir su velocidad hasta caer finalmente a la estrella
Debido a este juego de tira y afloja, el protoplaneta que consolidó hasta convertirse en la Tierra se movía más lejos del Sol que donde se creó y se estableció en la órbita que vemos hoy, que es perfecta para sustentar la vida. Como todos sabemos, estamos justo en el centro de la zona habitable de nuestra estrella.
Como todas las estrellas con sistemas planetarios, el Sol tenía un disco protoplanetario alrededor de él, compuesto por polvo cósmico y gas. Este disco, formado a partir de pequeños guijarros, se formó a partir de polvo que se aglomeró, y luego creció hasta convertirse en asteroides y, finalmente, los cuerpos celestes conocidos como planetesimales. Esta es la forma primitiva de los planetas. Dentro del disco, los expertos creen que estos cuerpos variaron sus órbitas, cambiandolas a medida que se movían. Sin embargo, la física básica dicta que los planetesimales deberían haber caído en el Sol, debido a la enorme atracción gravitacional de la estrella. En su comparacencia ante la 215 ª sesión de la Sociedad Astronómica Americana (AAS), los expertos del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, explicaron cómo la Tierra consiguió escapar a este peligro.
Lo que el experto en Mac Low y su equipo hicieron fue esencialmente desarrollar un modelo que demostraba que los protoplanetas podrían desplazarse sin sufrir una muerte prematura por una caída hacia el sol. Low explicó que en otros modelos no se había tenido en cuenta las diferencias de temperatura que se habían creado dentro de los discos protoplanetarios. Low sostuvo que algunas partes de los discos eran opacas, lo que implica que tardaron más tiempo en enfriarse, y que no podían emitir calor hacia el espacio tan eficazmente como otras secciones. El nuevo modelo muestra que las órbitas de los planetesimales que hubiesen pasado a través de estas diferentes secciones del disco habrían sido notablemente influidas.
Low y su equipo creen que los primeros planetas podrían haber conseguido cambiar sus órbitas hacia la parte exterior del sistema solar primitivo, en lugar de hacia el interior, y hacia el sol. El científico también reveló que la migración puede ser un proceso muy generalizado, en el sentido de que puede haberse manifestado en todos los planetas y también a los exoplanetas que vemos hoy. De lo contrario, ninguno de ellos hubiera sobrevivido los primeros días en sus respectivos sistemas solares.
Fuente original: Odisea cósmica
El modelo parece revelar que el planeta fue esencialmente apartado del Sol por las enormes diferencias de temperatura que existían en la región hace más de 4.500 millones de años. Estas variaciones han desempeñado un papel crucial en la supervivencia de nuestro planeta, ya que la fuerza gravitacional que ejerce el Sol sobre el planeta era tremenda.
Los modelos actuales de formación planetaria fallan debido a que el rozamiento de los protoplanetas con el gas y el polvo circundante les hace disminuir su velocidad hasta caer finalmente a la estrella
Debido a este juego de tira y afloja, el protoplaneta que consolidó hasta convertirse en la Tierra se movía más lejos del Sol que donde se creó y se estableció en la órbita que vemos hoy, que es perfecta para sustentar la vida. Como todos sabemos, estamos justo en el centro de la zona habitable de nuestra estrella.
Como todas las estrellas con sistemas planetarios, el Sol tenía un disco protoplanetario alrededor de él, compuesto por polvo cósmico y gas. Este disco, formado a partir de pequeños guijarros, se formó a partir de polvo que se aglomeró, y luego creció hasta convertirse en asteroides y, finalmente, los cuerpos celestes conocidos como planetesimales. Esta es la forma primitiva de los planetas. Dentro del disco, los expertos creen que estos cuerpos variaron sus órbitas, cambiandolas a medida que se movían. Sin embargo, la física básica dicta que los planetesimales deberían haber caído en el Sol, debido a la enorme atracción gravitacional de la estrella. En su comparacencia ante la 215 ª sesión de la Sociedad Astronómica Americana (AAS), los expertos del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, explicaron cómo la Tierra consiguió escapar a este peligro.
Lo que el experto en Mac Low y su equipo hicieron fue esencialmente desarrollar un modelo que demostraba que los protoplanetas podrían desplazarse sin sufrir una muerte prematura por una caída hacia el sol. Low explicó que en otros modelos no se había tenido en cuenta las diferencias de temperatura que se habían creado dentro de los discos protoplanetarios. Low sostuvo que algunas partes de los discos eran opacas, lo que implica que tardaron más tiempo en enfriarse, y que no podían emitir calor hacia el espacio tan eficazmente como otras secciones. El nuevo modelo muestra que las órbitas de los planetesimales que hubiesen pasado a través de estas diferentes secciones del disco habrían sido notablemente influidas.
Low y su equipo creen que los primeros planetas podrían haber conseguido cambiar sus órbitas hacia la parte exterior del sistema solar primitivo, en lugar de hacia el interior, y hacia el sol. El científico también reveló que la migración puede ser un proceso muy generalizado, en el sentido de que puede haberse manifestado en todos los planetas y también a los exoplanetas que vemos hoy. De lo contrario, ninguno de ellos hubiera sobrevivido los primeros días en sus respectivos sistemas solares.
Fuente original: Odisea cósmica
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