jueves, 5 de noviembre de 2009

-ECOS DE ESTRELLAS MUERTAS-


-Durante dos años, el satélite funcionó perfectamente, aunque no se detectó ninguna explosión de rayos gamma. Sin embargo, la nave recogió una misteriosa emisión de rayos gamma que duró tan sólo unos segundos (demasiado poco para proceder de una explosión nuclear). Por lo que Klebesadel y Olson decidieron investigar. Al principio, no encontraron correlación entre las señales de las dos naves hasta que consiguieron registros el 2 de julio de 1967 y descubrieron una poderosa señal de rayos gamma. "Fue reproducida de una forma muy precisa mediante los registros de las dos naves", recordó después Klebesadel "estaba claro que no eran una consecuencia de una detonación nuclear, pero definitivamente era algo interesante."

Klebesadel y Olsen comprobaron la actividad de fulguraciones solares para ese día pero no encontraron nada. Ningún acontecimiento astronómico conocido podía relacionarse con los estallidos. Por lo que continuaron registrando datos, identificando otra docena de estallidos similares. Presentaron sus descubrimientos en la conferencia de la Sociedad inicial astronómica Americana en Columbus, Ohio, in 1973. Los científicos anunciaron el descubrimiento al azar de inexplicables brotes de radiación de alta energía, cada uno durando unos segundos y sin ningúna relación con ningún otro cuerpo conocido en el universo.
El National Enquirer, el tabloide de los supermercados norteamericanos, está en notablemente, el único periódico que cubría la conferencia, y público lo que probablemente es el primer relato que brotes de rayos gamma: "Misteriosas explosiones en el espacio confunden a los científicos de los Estados Unidos". Cinco años después, después de la acumulación de observaciones de estallidos de rayos gamma las posibles explicaciones escaseaban, pero el National Enquirer tenía su propia explicación: "alienígenas del espacio exterior luchando en una guerra espacial."

En 1991 el transbordador Atlantis despliega en el espacio el Observatorio Compton de rayos gamma

"Eso no era en absoluto lo que había dicho", enfatizó Klebesadel. Por su parte, los científicos estaban perplejos. "No sabíamos si estos petardos procedían de una fuente cercana o por el contrario del extremo del universo", afirma Stan Woosley de la Universidad de California en Santa Cruz. La mayoría de los astrónomos preferían explicaciones locales y sostenían que los púlsares, las enanas blancas o los cúmulos globulares estaban implicados. La mayoría de los científicos descartaron las fuentes extragalácticas puesto que ningún objeto astronómico conocido podría generar energías que se ajustasen al brillo si se hallaban tan distantes.

Entonces, en 1991, la NASA lanzó el Observatorio Compton de rayos gamma, que estaba equipado con los detectores de radiación más sensibles construidos hasta entonces. De nuevo, los científicos recibieron otro shock. "Aproximadamente una vez al día, el Compton observaba una tremendo estallido de rayos gamma, y aparecía en tres cuatro o a veces es más detectores", recordando su presencia al científico de la misión Jerry Fishman. Los estallidos de rayos gamma parecían ser un fenómeno común parecía ser. De hecho eran tan frecuentes que Fishman pudo realizar un mapa de su distribución en menos de un año. Parecía que los estallidos estaban situados a lo largo del cielo en forma aleatoria, otro hallazgo sensacional explica Osborne.

"La Vía Láctea es un disco de estrellas plano en rotación que parece una banda de luz que cruzan el cielo. Si los estallidos de rayos gamma fueran un fenómeno local de nuestra Galaxia, también se hubieran distribuido en forma de banda. Pero el Observatorio Compton mostraba que éste no era el caso; sino que se producían en todas partes, con lo que se sugería que estaban fuera de nuestra galaxia bastante más lejos." 20 años después de su descubrimiento los estallidos de rayos gamma probaban ser igual de confusos.

El problema para los astrónomos era quien la intensa energía de rayos gamma hacía extremadamente difícil enfocar la radiación y por tanto determinar con precisión su fuente. La luz visible en se puede enfocar fácilmente y su espectro revela preciosa información sobre la velocidad y distancia de su fuente. Cuanto más está desplazado hacia el rojo del espectro, con mayor velocidad se está alejando de nosotros y mayor es la distancia. Los astrónomos por tanto necesitaban una postluminiscencia: los restos en luz visible de la erupción que generó los rayos gamma, que podrían revelar su distancia.

El 28 de febrero de 1997, consiguieron su objetivo. El de satélite ítalo-holandés, BeppoSAX (construido para estudiar la radiación estelar y transportando una potente cámara de rayos-X y un detector de rayos gamma) captó un estallido de rayos gamma seguido por un impulso de mayor duración en rayos-X de la misma parte del cielo. Fue suficiente para proporcionar una posición para los telescopios en tierra, los cuales en unas horas localizaron la fuente: una galaxia a más de 2000 millones de años-luz de la Tierra. Unas pocas semanas después, otros dos estallidos de rayos gamma fueron localizados: el primero estaba a 6000 millones de años-luz de distancia mientras el otro estaba a unos impresionantes 12.000 millones de años-luz. Puesto que el universo tiene una edad de 13.700 millones de años, esa erupción del día haber sucedido en la infancia del universo. "Esa es una de las razones por las cuales los estallidos de rayos gamma son tan importantes para la astronomía", añade Osborne. "Iluminan el universo poco después del Big Bang y nos dan una forma de sondear algunos de sus primeros eventos."

Pero al descubrirse que los estallidos de rayos gamma eran tan sumamente distantes, los astrónomos acabaron con un dolor de cabeza para explicar sus causas. Después de un considerable debate y discusión, concluyeron que únicamente el colapso de una estrella masiva podría generar el tipo de energía que estaban observando, aunque ello significara llevar la física al límite. Para que la radiación sea detectable a miles de millones de años-luz de distancia, una impresionante cantidad de material, equivalente a la la masa entera del Sol, tendría que haber sido destruida y convertida en rayos gamma en el transcurso de unos pocos segundos durante un colapso estelar. Esta idea excedía la credulidad.
-Investigacion-Edicion:M-G-SIMONIN-

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