LA MIR CAYO AL SUROESTE DE LAS ISLAS PITCAIRN
Primer comunicado de prensa tras la caída:
Melbourne (Australia), 23 abr (EFE - IDEAL).- La estación espacial rusa Mir cayó en una zona de 3.000 kilómetros al suroeste de las islas Pitcairn, pertenecientes al Reino Unido, afirmó hoy, viernes, en Canberra el director del Servicio de Emergencia de Australia, David Templeman.
Según Templeman, la Mir cayó en el área prevista por Moscú y en una zona deshabitada.El funcionario australiano situó el lugar de hundimiento de la estación espacial en 160 grados oeste y 40 grados sur, a 5.800 kilómetros de la costa este australiana y al suroeste de las islas Pitcairn.La estación espacial Mir murió hoy a las 08.57 hora de Moscú (05.57 GMT) dejando un sabor agridulce en los científicos rusos por la pérdida irreparable y el orgullo del éxito en la fase terminal de altísimo riesgo.
Un comunicado del Centro de Control de Vuelos de Koroliov, en las afueras de la capital rusa, dijo lacónicamente que la Mir "ha dejado de existir" y que una lluvia de fragmentos "ha caído sobre la zona prevista del Océano Pacífico".
El certificado de defunción se plasmó en una leyenda que apareció en la pantalla gigante del Centro de Control: "OK MIR".
Debajo, y a modo de inscripción en una lápida funeraria, relucían las fechas de nacimiento y muerte: "Lanzamiento, 20-02-86; caída, 23-03-01".
Fue el final de la más espectacular aventura espacial tras la llegada del hombre a la Luna en 1969.
Lanzada a las 00.28.23 hora de Moscú del 20 de febrero de 1986, la legendaria estación vivió una titánica odisea espacial de quince años, un mes, tres días, ocho horas, 28 minutos y trece segundos.
El mayor triunfo en la historia de la ciencia rusa fue testigo en el cielo de la caída del muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría, el colapso de la URSS y la transición entre dos siglos y milenios.
Pero su afán de supervivencia, que superó a trompicones más de 3.000 fallos, algunos de ellos graves, se rindió más que a la vejez a la inanición por la endémica escasez presupuestaria.
En sus quince años de vida, la Mir sirvió de vivienda a 104 astronautas, realizó 23.000 experimentos y dio un total de 86.331 vueltas alrededor de la Tierra.
Tras las seis últimas horas de agonía controlada, directivos e ingenieros de la cosmonáutica rusa se precipitaron a exhibir su capacidad técnica frente a los escépticos que temían algún percance.
"La estación orbital Mir ha culminado su vuelo triunfal", declaró enaltecido un portavoz de la Agencia Aeroespacial de Rusia.
Yuri Semiónov, diseñador del gigantesco laboratorio de más de 137 toneladas, el mayor complejo jamás puesto en órbita, dijo que la caída "ha sido un éxito" de precisión, aunque reconoció que en los últimos minutos "hubo problemas, que fueron resueltos".
El director de la Agencia Aeroespacial de Rusia, Yuri Kóptiev, agradeció a sus subordinados la operación "modélica", sin "un solo paso ni un solo milímetro" de desviación.
"Seguiremos siendo una potencia espacial", prometió Kóptiev al proclamar con satisfacción que "el mundo se ha convencido hoy de que Rusia no sólo sabe construir ingenios espaciales, sino también de la capacidad de dirigirlos y calcular su balística".
Los centenares de fragmentos que aguantaron los casi 3.000 grados centígrados de temperatura durante la reentrada de la Mir en la atmósfera cayeron "en una zona próxima a la prevista", manifestó otro portavoz en términos genéricos.
Pero Nikolái Ivanov, jefe de balística del Centrol de Control de Vuelos, informó de que la zona de caída de los fragmentos se redujo a la mitad de lo previsto, 3.000 kilómetros en lugar de 6.000.
"El fin de la explotación de la estación espacial se celebrará de acuerdo con las tradiciones rusas, con una generosa ración de vodka", anunció amigablemente Ivanov.
Las seis últimas horas
La lluvia de fragmentos fue el epílogo de las últimas seis horas en la vida de la Mir, en las que recibió tres impulsos sucesivos para orientar su trayectoria de caída controlada.
La fase terminal, de sólo doce minutos de duración, comenzó a las 08.45 hora de Moscú (05.45 GMT), cuando la Mir entró en las capas densas de la atmósfera, comenzó a arder y se desintegró en una vistosa lluvia de escombros cósmicos.
Su último estertor, el tercer impulso de motores, se había dado a las 08.07 hora de Moscú (05.07 GMT), un empujón de 21 minutos y 32 segundos que precipitó a la Mir al vacío como una bola de fuego.
Los motores desaceleraron la velocidad de movimiento y al mismo tiempo aumentaron por efecto de la gravedad la de caída hacia su tumba en el fondo del océano Pacífico, a unos 700 kilómetros/hora.
Centenares de periodistas y diplomáticos extranjeros invitados expresamente presenciaron la defunción en el Centro de Control de Vuelos, dirigido apropiadamente por Vladímir Soloviov, el primer cosmonauta de la Mir.
El primero de los impulsos que desencadenaron la irreversibilidad de la caída se ordenó a las 03.32 hora de Moscú (00.32 GMT), y el segundo a las 05.00 (02.00 GMT).
Pese a las protestas de diputados, políticos y científicos, el Kremlin decidió en diciembre pasado hundir la Mir tras dos años de tira y afloja entre quienes se negaban al golpe al prestigio de Rusia y quienes no encontraban financiación para mantenerla.
Encuestas de última hora revelaron que la mayoría de los rusos habría preferido que siguiera en el cielo, pero la caída no derramó lágrimas y no se cumplió el minuto de silencio ni el sonido del claxon de los automóviles pedido por una organización nacionalista.
Tres diputados, dos de ellos antiguos cosmonautas, exigieron tras el hundimiento la destitución de Kóptiev por "desinformar" sobre las posibilidades de supervivencia de la Mir al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y pidieron iniciar el proyecto de una Mir-2.
La idea, propuesta por el presidente de la Duma, o Cámara Baja del Parlamento, Guennadi Selezniov, fue acogida por el Gobierno con benevolente despego, al apoyarla "para cuando sea posible (financieramente), de aquí a quince años".
LA INTRANQUILIDAD SE DESHIZO CON LOS FRAGMENTOS DE LA MIR
Santiago de Chile.- La intranquilidad que en las últimas horas cundió en algunos sectores de la población chilena por la caída de la Mir desapareció tan pronto como los fragmentos de la vetusta estación espacial rusa se precipitaron al Océano Pacífico.
Tal como estaba previsto, poco antes de las dos de la madrugada (06.00 GMT) la estación orbital inició la caída libre hacia la Tierra y unos minutos después sus fragmentos incandescentes se hundieron en las aguas del Pacífico Sur.
El hundimiento de la estación rusa, de 137 toneladas, estaba asignado a un área de 6.000 kilómetros de largo y 200 de ancho en el océano, entre Chile y Nueva Zelanda.
La operación fue observada atentamente por los responsables aeronáuticos chilenos desde la Estación de Control Satelital de la Fuerza Aérea, en el aeropuerto de Santiago.
En Isla de Pascua, a 6.000 kilómetros del territorio continental chileno, cientos de habitantes se subieron a los cerros para ver los restos de la MIR precipitarse al Oceáno Pacífico.
Esta isla, considerada el "ombligo del mundo", fue en esta ocasión uno de los lugares privilegiados para contemplar el espectáculo del descenso de la estación a la Tierra quince años después de su puesta en órbita.
La Fuerza Aérea, la Armada y la Cancillería habían establecido un sistema de coordinación permanente para hacer frente a una eventual emergencia derivada de la caída.
Algunos canales de televisión y portales de Internet realizaron una cobertura en directo para seguir paso a paso el frenado final de la nave, el inicio del descenso, la entrada en la atmósfera y los impactos de los fragmentos en las aguas del Océano Pacífico.
Este episodio dejó al descubierto la falta de información rusa a los países del Pacífico Sur y abrió un debate sobre la necesidad de que Chile disponga de una agencia espacial propia para avanzar en la investigación del espacio exterior.
"La Mir ya pasó a la historia y ahora nos deberíamos preocupar de la creación de la Agencia Espacial de Chile. No me gustaría que nos sorprendiera la Estación Espacial Internacional sin esta agencia", dijo el encargado de Asuntos Satelitales, Héctor Gutiérrez.
"Chile se ha demorado en subirse a esta carrera", añadió Gutiérrez y recordó que "hay países que han tenido más visión" como Brasil, Argentina, Perú -que lleva más de cinco años con una comisión nacional de investigación aeroespacial- y todos los países del Pacto Andino, "que se han puesto de acuerdo para tener un satélite geoestacionario".
El ministro de Defensa, Mario Fernández, manifestó que la experiencia que ha dejado el descenso de la estación orbital Mir demuestra que es necesario que la comunidad internacional también participe en estas decisiones.-ALIEN--Fuente:Waste.Ideal.es-
Primer comunicado de prensa tras la caída:
Melbourne (Australia), 23 abr (EFE - IDEAL).- La estación espacial rusa Mir cayó en una zona de 3.000 kilómetros al suroeste de las islas Pitcairn, pertenecientes al Reino Unido, afirmó hoy, viernes, en Canberra el director del Servicio de Emergencia de Australia, David Templeman.
Según Templeman, la Mir cayó en el área prevista por Moscú y en una zona deshabitada.El funcionario australiano situó el lugar de hundimiento de la estación espacial en 160 grados oeste y 40 grados sur, a 5.800 kilómetros de la costa este australiana y al suroeste de las islas Pitcairn.La estación espacial Mir murió hoy a las 08.57 hora de Moscú (05.57 GMT) dejando un sabor agridulce en los científicos rusos por la pérdida irreparable y el orgullo del éxito en la fase terminal de altísimo riesgo.
Un comunicado del Centro de Control de Vuelos de Koroliov, en las afueras de la capital rusa, dijo lacónicamente que la Mir "ha dejado de existir" y que una lluvia de fragmentos "ha caído sobre la zona prevista del Océano Pacífico".
El certificado de defunción se plasmó en una leyenda que apareció en la pantalla gigante del Centro de Control: "OK MIR".
Debajo, y a modo de inscripción en una lápida funeraria, relucían las fechas de nacimiento y muerte: "Lanzamiento, 20-02-86; caída, 23-03-01".
Fue el final de la más espectacular aventura espacial tras la llegada del hombre a la Luna en 1969.
Lanzada a las 00.28.23 hora de Moscú del 20 de febrero de 1986, la legendaria estación vivió una titánica odisea espacial de quince años, un mes, tres días, ocho horas, 28 minutos y trece segundos.
El mayor triunfo en la historia de la ciencia rusa fue testigo en el cielo de la caída del muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría, el colapso de la URSS y la transición entre dos siglos y milenios.
Pero su afán de supervivencia, que superó a trompicones más de 3.000 fallos, algunos de ellos graves, se rindió más que a la vejez a la inanición por la endémica escasez presupuestaria.
En sus quince años de vida, la Mir sirvió de vivienda a 104 astronautas, realizó 23.000 experimentos y dio un total de 86.331 vueltas alrededor de la Tierra.
Tras las seis últimas horas de agonía controlada, directivos e ingenieros de la cosmonáutica rusa se precipitaron a exhibir su capacidad técnica frente a los escépticos que temían algún percance.
"La estación orbital Mir ha culminado su vuelo triunfal", declaró enaltecido un portavoz de la Agencia Aeroespacial de Rusia.
Yuri Semiónov, diseñador del gigantesco laboratorio de más de 137 toneladas, el mayor complejo jamás puesto en órbita, dijo que la caída "ha sido un éxito" de precisión, aunque reconoció que en los últimos minutos "hubo problemas, que fueron resueltos".
El director de la Agencia Aeroespacial de Rusia, Yuri Kóptiev, agradeció a sus subordinados la operación "modélica", sin "un solo paso ni un solo milímetro" de desviación.
"Seguiremos siendo una potencia espacial", prometió Kóptiev al proclamar con satisfacción que "el mundo se ha convencido hoy de que Rusia no sólo sabe construir ingenios espaciales, sino también de la capacidad de dirigirlos y calcular su balística".
Los centenares de fragmentos que aguantaron los casi 3.000 grados centígrados de temperatura durante la reentrada de la Mir en la atmósfera cayeron "en una zona próxima a la prevista", manifestó otro portavoz en términos genéricos.
Pero Nikolái Ivanov, jefe de balística del Centrol de Control de Vuelos, informó de que la zona de caída de los fragmentos se redujo a la mitad de lo previsto, 3.000 kilómetros en lugar de 6.000.
"El fin de la explotación de la estación espacial se celebrará de acuerdo con las tradiciones rusas, con una generosa ración de vodka", anunció amigablemente Ivanov.
Las seis últimas horas
La lluvia de fragmentos fue el epílogo de las últimas seis horas en la vida de la Mir, en las que recibió tres impulsos sucesivos para orientar su trayectoria de caída controlada.
La fase terminal, de sólo doce minutos de duración, comenzó a las 08.45 hora de Moscú (05.45 GMT), cuando la Mir entró en las capas densas de la atmósfera, comenzó a arder y se desintegró en una vistosa lluvia de escombros cósmicos.
Su último estertor, el tercer impulso de motores, se había dado a las 08.07 hora de Moscú (05.07 GMT), un empujón de 21 minutos y 32 segundos que precipitó a la Mir al vacío como una bola de fuego.
Los motores desaceleraron la velocidad de movimiento y al mismo tiempo aumentaron por efecto de la gravedad la de caída hacia su tumba en el fondo del océano Pacífico, a unos 700 kilómetros/hora.
Centenares de periodistas y diplomáticos extranjeros invitados expresamente presenciaron la defunción en el Centro de Control de Vuelos, dirigido apropiadamente por Vladímir Soloviov, el primer cosmonauta de la Mir.
El primero de los impulsos que desencadenaron la irreversibilidad de la caída se ordenó a las 03.32 hora de Moscú (00.32 GMT), y el segundo a las 05.00 (02.00 GMT).
Pese a las protestas de diputados, políticos y científicos, el Kremlin decidió en diciembre pasado hundir la Mir tras dos años de tira y afloja entre quienes se negaban al golpe al prestigio de Rusia y quienes no encontraban financiación para mantenerla.
Encuestas de última hora revelaron que la mayoría de los rusos habría preferido que siguiera en el cielo, pero la caída no derramó lágrimas y no se cumplió el minuto de silencio ni el sonido del claxon de los automóviles pedido por una organización nacionalista.
Tres diputados, dos de ellos antiguos cosmonautas, exigieron tras el hundimiento la destitución de Kóptiev por "desinformar" sobre las posibilidades de supervivencia de la Mir al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y pidieron iniciar el proyecto de una Mir-2.
La idea, propuesta por el presidente de la Duma, o Cámara Baja del Parlamento, Guennadi Selezniov, fue acogida por el Gobierno con benevolente despego, al apoyarla "para cuando sea posible (financieramente), de aquí a quince años".
LA INTRANQUILIDAD SE DESHIZO CON LOS FRAGMENTOS DE LA MIR
Santiago de Chile.- La intranquilidad que en las últimas horas cundió en algunos sectores de la población chilena por la caída de la Mir desapareció tan pronto como los fragmentos de la vetusta estación espacial rusa se precipitaron al Océano Pacífico.
Tal como estaba previsto, poco antes de las dos de la madrugada (06.00 GMT) la estación orbital inició la caída libre hacia la Tierra y unos minutos después sus fragmentos incandescentes se hundieron en las aguas del Pacífico Sur.
El hundimiento de la estación rusa, de 137 toneladas, estaba asignado a un área de 6.000 kilómetros de largo y 200 de ancho en el océano, entre Chile y Nueva Zelanda.
La operación fue observada atentamente por los responsables aeronáuticos chilenos desde la Estación de Control Satelital de la Fuerza Aérea, en el aeropuerto de Santiago.
En Isla de Pascua, a 6.000 kilómetros del territorio continental chileno, cientos de habitantes se subieron a los cerros para ver los restos de la MIR precipitarse al Oceáno Pacífico.
Esta isla, considerada el "ombligo del mundo", fue en esta ocasión uno de los lugares privilegiados para contemplar el espectáculo del descenso de la estación a la Tierra quince años después de su puesta en órbita.
La Fuerza Aérea, la Armada y la Cancillería habían establecido un sistema de coordinación permanente para hacer frente a una eventual emergencia derivada de la caída.
Algunos canales de televisión y portales de Internet realizaron una cobertura en directo para seguir paso a paso el frenado final de la nave, el inicio del descenso, la entrada en la atmósfera y los impactos de los fragmentos en las aguas del Océano Pacífico.
Este episodio dejó al descubierto la falta de información rusa a los países del Pacífico Sur y abrió un debate sobre la necesidad de que Chile disponga de una agencia espacial propia para avanzar en la investigación del espacio exterior.
"La Mir ya pasó a la historia y ahora nos deberíamos preocupar de la creación de la Agencia Espacial de Chile. No me gustaría que nos sorprendiera la Estación Espacial Internacional sin esta agencia", dijo el encargado de Asuntos Satelitales, Héctor Gutiérrez.
"Chile se ha demorado en subirse a esta carrera", añadió Gutiérrez y recordó que "hay países que han tenido más visión" como Brasil, Argentina, Perú -que lleva más de cinco años con una comisión nacional de investigación aeroespacial- y todos los países del Pacto Andino, "que se han puesto de acuerdo para tener un satélite geoestacionario".
El ministro de Defensa, Mario Fernández, manifestó que la experiencia que ha dejado el descenso de la estación orbital Mir demuestra que es necesario que la comunidad internacional también participe en estas decisiones.-ALIEN--Fuente:Waste.Ideal.es-
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