sábado, 13 de febrero de 2010

-ESPAÑA-NIÑO DE TORDESILLAS-




-FILEALIEN-46- El caso de “El niño de Tordesillas”.

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El chico de Tordesillas

Estamos más que acostumbrados a ver en el mundo del cine y la literatura fantástica muchos casos en los que se representan a los visitantes de otros planetas de un modo poco amistoso. Equipados con tecnología todavía imposible para nosotros, nos fulminan y nos paralizan con sus rayos cósmicos para después esfumarse ante nosotros a la velocidad de la luz. Y como suele suceder, la realidad suele superar a la ficción.

Existen muchos casos documentados de estas extrañas ”agresiones”, hoy, por lo extenso del tema, les dejo el más sonado en España en los últimos tiempos, el caso conocido como “El niño de Tordesillas”-

1 de Octubre de 1977. Tordesillas (Valladolid)

Un grupo de niños corretean y juegan en las afueras del pueblo. Están jugando al “bote la malla”, una variante del juego del escondite. Dos niños, Martín Rodríguez Rodríguez y Fernando Caravelos, ambos con siete años de edad, se alejan del grupo en busca de un refugio seguro en el que esconderse y se dirigen hacía un antiguo y semiderruido corral próximo a la carretera Valladolid-Zamora. El corral se encuentra en el linde de Tordesillas y ya está anocheciendo, un lugar solitario y alejado en el que los niños confían no ser encontrados por el “buscador” del juego en el que están inmersos.

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Martín Rodríguez “El niño de Tordesillas”

El lugar es conocido por los niños y saben que en alguna ocasión alguna persona se ha refugiado en el corral por la noche. Por precaución, el pequeño Martín lanza una piedra sobre la tapia. Un sonido seco y metálico semejante “a la chapa de los automóviles cuando chocan” sonó al otro lado. El extraño sonido sorprendió a los dos niños, pues allí dentro tan solo había una antigua maquina de labranza en desuso y ambos sabían que el sonido que habían escuchado no pertenecía al golpe con dicha máquina.

Con precaución entraron al corral y la sorpresa fue mayúscula cuando, en un rincón del corral descubrieron un extraño artefacto parecido a “una gran lágrima de metal”, sostenido sobre tres gruesas patas, y envuelto en mil y un colores que llegaba a hacer visibles las vigas y recovecos de aquel corral sin techo…

El extraño artefacto:

El objeto medía unos 2.80 metros de alto por 1.95 metros de ancho y se encontraba posado en tierra emitiendo un sonido muy tenue. Tres ventanas circulares a modo de “ojos de buey” por las que surgía una luz muy parecida a los colores rosas y azulados de las pompas de jabón parecían escrutarlo desde la oscuridad. La forma de ovni, según los testigos (el testigo), era como una pera metálica o como el gorro típico de Semana Santa pero más ancho por su base. Las patas, aferradas al suelo, tenían una serie de líneas en zigzag que las recorrían de arriba abajo. En pleno centro de su estructura, una puerta dividida en dos como las de los ascensores, se dibujaba cerrada y con un color metálico brillante. Asimismo, y en el lateral derecho, una especie de tobera formada por varios cilindros sobresalía envuelta en una especie de vapor condensado. Al elevarse también pudieron observar unos pinchos en la base de las patas.

La agresión:

Tras unos instantes, el objeto comenzó a elevarse con un movimiento de balanceo. Fernando saltó hacia atrás a la desesperada e intento agarrar a Martín para apartarlo de un halo de luz que surgía del centro del objeto. Pero no pudo hacerlo. El muchacho había quedado atravesado por un haz fino y semejante “a las líneas de luz solar que se ven a través de las persianas” que cruzaba la estancia y le traspasaba el abdomen. Fernando, visiblemente asustado, intentó una y otra vez “quitar los rayos” del cuerpo de su amigo, pero fue en vano. Salió al exterior gritando para avisar a los demás. En el interior del corral, Martín seguía con las manos aferradas al estómago, pero sin poder zafarse de una daga de luz que lo mantenía allí sujeto.

- “La sensación que tuve fue que algo se me metía en el interior de la tripa. Algo que me dejaba enganchado sin permitir moverme adelante ni atrás. Fue entonces cuando comencé a marearme y a sentir que se me iba el sentido. Esa fue la última imagen que tuve, Creo que caí hacia atrás al tiempo que aquello aceleraba recto y en vertical hacia el cielo mientras las patas se metían dentro del aparato.”

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Pocos minutos después, Fernando y el resto de niños que habían acudido tras los gritos de alerta, llevaban en volandas a Martín hasta su domicilio en estado semiinconsciente. No podía articular palabra, su color se había vuelto amarillento y tenía las pupilas completamente dilatadas.

El padre de Martín, tras escuchar lo sucedido, supuestamente por Fernando, acude junto con un amigo al corral donde encontraría tres huellas humeantes en posición triangular y un círculo donde la tierra parecía haber sido abrasada. Llenaron una bolsa de plástico con la tierra ennegrecida y volvieron a casa.

(Un posterior estudio de la tierra por parte de Iker Jiménez, veinte años después del suceso, arrojaría el dato de que la tierra estuvo sometida a 600º, sin más datos relevantes.)

ovni_tordesillasDibujo del artefacto de la mano del propio Martín.

Las consecuencias:

Tras los hechos relatados, el pequeño Martín, que hasta entonces había gozado de una salud estupenda, comienza a encontrarse mal. Sufre de dolores estomacales, vómitos y mareos, perdidas de visión…

Tras unas primeras observaciones por los médicos de Tordesillas, Martín es ingresado en el hospital Onésimo Redondo de Valladolid. En este punto comienza una verdadera odisea donde la vida del Martín Rodríguez Rodríguez pende de un hilo en varias ocasiones. En pocos años sufrirá catorce operaciones, las recaídas y las entradas al hospital en estado de coma se convertirán en algo rutinario para él y su familia.

- ” En el colegio se llegó a hacer una colecta para comprarme flores. Cada niño puso cinco duros. Cuando llegué a Tordesillas me di cuenta de que me habían hecho una mortaja. Aquello no se puede olvidar. lo que ocurre es que había vuelto a salvarme… y esta vez nadie lo esperaba. Todos me daban por muerto…”

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Uno de los partes hospitalarios en los que Martin ingreso en estado de coma.

Increíblemente, Martín se sobrepuso a todas las operaciones. Trece de ellas a modo de trepanación, abriendo su cráneo para controlar el sistema valvular artificial que le pusieron tras diagnosticarle “estenosis a nivel del acueducto de su tercio superior” (Hidrocefalia). La infancia de Martín transcurrió entre vendajes y heridas, con el paso de los años superó la enfermedad aunque todavía hoy en día sufre las consecuencias de tan delicadas operaciones, pero hace una vida normal.

-Conclusiones personales:

Toda la información mostrada hasta ahora está extraída del libro “Enigmas sin resolver”, de Iker Jiménez. La primera vez que leí este caso, hace ya casi diez años, me causó una sensación extraña. Como si no cuadrasen todas las piezas del rompecabezas. Hace unas semanas, viendo una entrevista al pequeño Martín, que ya casi tiene treinta años,me sorprendió escuchar que la versión de los hechos había cambiado en diferentes puntos.

La cuestión es que, según parece, tanto en la entrevista transcrita en el libro como en la del programa televisivo, Martín parece hacer gala de una excelente memoria, recordando los detalles de aquella noche a la perfección. En cambio, existen diferencias notables, como por ejemplo: en la primera declaración el rayo parece salir del centro del misterioso artefacto, en la segunda declaración, el rayo sale claramente de las toberas laterales de la nave. Igualmente, las puertas están abiertas en la segunda declaración hasta que la nave despega, cosa que no ocurre en lo relatado en el libro. Las dimensiones del artefacto, que en el libro se llegan a especificar incluso en centímetros, aumentan considerablemente en la entrevista televisiva… más otros pequeños detalles que podrá apreciar todo el que vea la entrevista.

En fin, ojeando lo escrito en diferentes blogs, la batalla se encuentra en la enfermedad de Martín, la hidrocefalia. ¿Fue antes el huevo o la gallina?

-CONCLUSIONES-Semanas después , se realizó un pequeño inciso en el que se planteaba que posiblemente, la enfermedad fuese la causa de una alucinación por parte de Martín, y que todo lo sucedido fuese fruto de su imaginación. Ya que entre otros síntomas, las alucinaciones suelen formar parte del cuadro clínico de la mencionada dolencia.

Unos dicen que fue real y que la enfermedad fue causada por el artefacto, otros dicen que el artefacto jamás existió y que fue la enfermedad la que lo creó…

Todo esto tiene una fácil y sencilla solución que parece que todo el mundo pasa por alto. Y esa solución es el testimonio de Fernando Caravelos, el niño que acompañó en el corral aquella noche a Martín y que, supuestamente, vio también el artefacto, pues así se lo relató a los padres de Martín cuando lo llevaron a casa. Increíblemente, en ningún momento se hace la más mínima mención en la investigación a este hombre, siendo sin duda la pieza fundamental en esta historia para despejar todas las dudas. Esto, por lo menos para mí, es más que sospechoso, puesto que en una investigación seria y coherente no se pasaría por alto un testimonio tan fundamental. Puedo quizás imaginar que Fernando, pasados los años, no quiera saber nada del asunto. Pero aún así se podría dejar caer, por lo menos para dar a entender que si no existe el testimonio es porque el autor no lo autoriza.

-Personalmente, la falta de este testimonio en la investigación hace que pierda para mí toda la credibilidad y que me incline más por pensar que todo fue fruto de la enfermedad de Martín, lo cual no significa que para él fuese lo más real del mundo. Es posible que me equivoque, pero juzgando los datos expuestos sobre la mesa, ésta es para la opción más lógica.

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