martes, 25 de diciembre de 2012

-ASESINO EN SERIE FUE EJECUTADO POR INYECCION LETAL-





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Veinticuatro años después de que urgiera a un jurado a que le concediera una “muerte gloriosa”, el asesino en serie miamense, Manuel Pardo, cerró sus ojos, gimió y cayó en un sueño eterno, pero no sin antes hacer un desafiante homenaje a su pasado militar

“En el aire por siempre”, dijo el ex veterano de la Marina de Guerra de Estados Unidos, añadiendo un mensaje a su hija: “Te quiero, Michi baby”.
Y así fue que el ex policía de Sweetwater, quien mató a tiros a nueve personas durante una serie de asaltos para robar principalmente a narcotraficantes en 1986, fue ejecutado. Se le declaró muerto a las 7:47 p.m. del martes en la Cárcel Estatal de la Florida.
Antes de que Pardo fuera atado con correas a la camilla, él entregó una carta cuidadosamente escrita a mano, aceptando la responsabilidad de haber matado a sesi hombres — pero ninguna mujer, insistió — como parte de su “guerra contra hombres que traficaban narcóticos”.
Pero el sobrino de Fara Quintero, una de tres mujeres asesinadas por Pardo y otro hombre, insistió en que Pardo “no era ningún soldado”.
“Él era un hombre bastante perturbado cuyo odio por la humanidad no reconoció piedad alguna’, dijo a la prensa el sobrino, Frank Judd, después. Él calificó la ejecución de Pardo de “justicia leve” por haber matado a su querida tía.
Manuel Pardo, que fue declarado culpable de matar a nueve personas durante una serie de robos en Miami-Dade en 1986, murió por inyección letal a las 7:47 p.m. del martes en la Prisión Estatal de la Florida, al norte de Gainesville.
En las últimas horas de su vida, el ex policía de Sweetwater recibió la visita de ocho familiares y amigos, y disfrutó de una última comida al estilo cubano.
Pardo instó abiertamente a los miembros del jurado a recomendar la pena de muerte en un proceso de hace más de dos décadas.
Su apelación de último momento para suspender la ejecución le fue negada en la tarde del martes por la Corte de Apelaciones de EE.UU.
El lunes, un juez federal de Jacksonville se negó a detener la ejecución.
Según una portavoz del sistema de correcciones, la última comida de Pardo, en la mañana del martes, consistió en carne de cerdo asada, arroz blanco y frijoles colorados, plátanos fritos, tomates y aguacate, todo rociado con aceite de oliva. Terminó la comida con pastel de calabaza y café cubano. Todo fue cocinado en la cocina de la prisión, y costó menos de $40.También se reunió con un capellán de la prisión y con el obispo católico retirado John Snyder, dijo la portavoz del Departamento de Correccionales, Ann Howard. “Después de la visita de su familia y amigos, lo mejor es describirlo como tranquilo”, dijo Howard.
Pardo y un cómplice mataron a nueve personas en 1986, en la mayoría de los casos despojando a traficantes de drogas. Pardo también mató a dos mujeres con las que había tenido problemas, y a otra mujer que se encontraba con un traficante de drogas que fue objeto de uno de sus robos.
En un juicio realizado en 1988 en Miami-Dade, admitió los asesinatos, diciendo que estaba librando las calles de la “escoria de la tierra”-
“Yo no soy un criminal. Soy un soldado. Como soldado, pido que se me dé la pena de muerte. Yo cumplí mi misión”, dijo entonces a los miembros del jurado, pidiendo un “final glorioso”.
Un abogado de Pardo —que había sido patrullero de autopistas de la Florida, dirigente de los Boy Scouts y veterano condecorado de la Marina— argumentó que estaba loco en el momento de los crímenes. Un jurado rechazó la afirmación, y fue sentenciado a muerte por los nueve asesinatos.
Durante las dos décadas siguientes, los abogados de Pardo han insistido en que él no era competente para ser juzgado a causa de una enfermedad de la tiroides que había destruido su mente.
Los abogados de Pardo alegan además que a ellos les habían negado todos los registros públicos sobre el método de inyección letal del estado, el cual según ellos es un castigo “cruel e inusual”. Luego que el gobernador Rick Scott firmó la sentencia de muerte en octubre, un juez de Miami-Dade denegó las apelaciones. El Tribunal Supremo de la Florida confirmó la decisión del juez.
En la orden del lunes, el juez federal Timothy Corrigan dijo que las reclamaciones se habían presentado demasiado tarde, y que el método de ejecución del estado, que consiste en la inyección de tres drogas, ya ha sido examinado por el Tribunal Supremo de la Florida y una corte de apelaciones federal.
En estos momentos hay 406 personas condenadas a muerte en la Florida, y no hay otras ejecuciones fijadas. Los presos pasan un promedio de 13 años esperando su ejecución, de acuerdo con el Departamento Correccional de la Florida.
Otras dos personas fueron ejecutadas este año en la Florida. Robert Waterhouse fue ejecutado en febrero por la violación y muerte en 1980 de una mujer de 29 años de St. Petersburg. David Alan Gore fue ejecutado en abril después de 28 años de espera por seis violaciones y asesinatos.
En octubre, John Errol Ferguson recibió un aplazamiento de su ejecución para dar tiempo a un tribunal federal de apelaciones a que considerara una nueva apelación. Ferguson fue hallado culpable de matar a ocho personas en el condado de Miami-Dade en 1977 y 1978. Sus abogados afirman que Ferguson, 64, no debería ser ejecutado, porque padece una grave enfermedad mental y es legalmente incompetente.
Hubo una manifestación el martes por la tarde en un campo abierto cerca de la cárcel para protestar por la ejecución de Pardo y rezar por las familias de las víctimas. Mark Elliot, de Floridians for Alternatives to the Death Penalty (Floridanos a Favor de Alternativas a la Pena de Muerte) dijo que se habían presentado unas 45 personas.
“La pena de muerte cuesta a los contribuyentes de la Florida $1 millón a la semana”, dijo Elliot. “Ese dinero podría usarse mejor para ayudar a las familias de las víctimas o para mejorar la policía”.
También el martes, unas 25 personas asistieron a una vigilia organizada por la Arquidiócesis de Miami en la Catedral de St. Mary, 7525 NW 2 Avenue. La Iglesia se opone a la pena de muerte.
En una nota de prensa que admitía la gravedad de los crímenes de Pardo, el arzobispo Thomas Wenski dijo: “Recurrir a la pena de muerte es tan cruel como innecesario. La sociedad moderna tiene medios para protegerse a sí misma. Matar no es el mejor argumento que para demostrar que matar está mal”.

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-Hs:12.56Pm-Fuente:el NUEVO HERALD-Investigacion:Alberto Costacurta Grossetti-Edicion:Mirta B Costacurta y Corresponsales de FILEALIEN-46-  http://filealien-46.blogspot.com Correo de contacto: albertocostacurta46@hotmail.com-

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